A través de las presentes crónicas, pretendo rendir homenaje a todos aquellos hombres y mujeres de la Policía Nacional de Colombia que sin temor alguno, no dudaron el ofrendar su vida a cambio de mantener las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz.
Cada crónica, busca narrar los hechos en los cuales perdieron la vida nuestros héroes policiales, partiendo de la época de la violencia en Colombia hasta nuestros días; cabe anotar, que a medida que se vaya adquiriendo información relacionada con hechos donde figuren como victimas miembros de la Institución Policial se va actualizando este espacio.
De igual forma, agradezco grandemente a todas las personas que deseen participar aportando información que conlleve a visibilizar la memoria de todos nuestros hermanos Policías.
Daré inicio a estas crónicas citando una plegaria realizada por el señor Agente de la Policía JOSÉ ARGEMIRO RODAS P., la cual escribió con el fin de honrar la memoria de los Policías victimas del Cartel de Medellín, liderado en ese entonces (1985-1992) por el narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, quien sin escrúpulo alguno llego a pagar por el asesinato de cada policía, la suma de tres millones de pesos ($3.000.000).
PLEGARIA A MI HERMANO POLICÍA
Hoy vierto en llanto hermano Policía
y airado hierve la sangre entre mis venas
irán plegarias a tu eterna vida
y hoy en mi alma la tristeza es pena.
Es la cruel guerra que opaca sus frutos
bañando en sangre todos los caídos
y que entristece el corazón con luto
por aquellos seres hoy hemos perdido.
Hoy el dolor nos consume lentamente
y pido a Dios mi batallar no sea vencido
porque cese la violencia vehemente
y florezca la paz como en estío.
Es enfrentarse a la vida con orgullo
seguir avante en la misión cumplida
y aunque en las flores muera su capullo
no es derrota en nuestra alma desfallecida.
Hoy dejo en tierra al hermano Policía
y cubro mi rostro de dolor y llanto;
de aquél opositor que marchita la alegría
se acuerde Dios y lo cubra con su manto.
Seguidamente exaltare la memoria del señor Agente Julio Martín quien es considerado primer mártir de la Policía Nacional de Colombia. (1893) y cuyos hechos que le causaron su muerte se suscitaron así:
Las calumnias contra el gremio de los artesanos publicadas en una serie de cuatro artículos titulados La miseria, produjeron importantes manifestaciones en contra de la prensa y del Gobierno.
Si bien la protesta se tornó violenta, y tuvo que ser reprimida mediante Estado de Sitio, sentó un importante precedente al cuestionar a las instituciones.
Debido en parte a las políticas fiscales de La Regeneración liderada por el Gobierno de Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro, a partir de 1880 la calidad de vida de muchos colombianos disminuyó.
Para la mayoría de trabajadores, los salarios eran muy bajos, siendo insuficientes para pagar alquileres y artículos de primera necesidad.
Dicha situación agravó las tensiones sociales, particularmente la de los artesanos, quienes estaban sometidos a la creciente presión de las importaciones extranjeras y a otras formas de transformación económica.
En 1893, este gremio fue protagonista de un motín provocado por la publicación de una serie de cuatro artículos titulados "La miseria", escritos por Ignacio Gutiérrez en el periódico Colombia Cristiana. Los textos tenían como objetivo explicar la causa de la miseria de los artesanos, la cual a juicio del autor, era consecuencia del consumo de chicha y del poco interés por el ahorro y la previsión de obreros y trabajadores.
Los artesanos de la Sociedad Filantrópica, bajo la presidencia de José Leocadio Camacho, rechazaron tajantemente el escrito por considerarlo una calumnia. En grupo, expresaron su inconformidad al sentirse discriminados por el desempeño de sus oficios y la falta de reconocimiento social y del Gobierno. La Sociedad insistía en que Gutiérrez debía retractarse de sus comentarios, pero ninguna demanda fue admitida.
El 15 de enero de 1893, los artesanos atacaron verbalmente a Gutiérrez y antes de que algunos funcionarios del Gobierno calmaran a la muchedumbre, la Policía arrestó a gran parte de los manifestantes como medida pertinente para proteger la vida de Ignacio Gutiérrez Isaza.
Al día siguiente, aún indignados por las afirmaciones del periodista y por el arresto de varios trabajadores, algunos artesanos promovieron una protesta pacífica encabezada por Félix Valois Madero. Los protestantes recurrieron al ministro de Gobierno, General Antonio B. Cuervo, a pedirle la liberación de los artesanos arrestados la noche anterior y la imposición de la Ley de Prensa contra Gutiérrez.
Como el General se negó a sus peticiones, la muchedumbre regresó a la casa de Gutiérrez, que para entonces era custodiada por la Policía. Los amotinados atacaron la casa, apedreándola y destruyendo puertas y ventanas. También arremetieron contra las instalaciones policiales –impidiendo que la Policía controlara el disturbio–, las viviendas de altos funcionarios, y varios edificios públicos (la Alcaldía y el Palacio Presidencial, entre otros); como consecuencia de los hechos antes descritos varios agentes fueron heridos incluyendo al agente de 4ª clase, adscrito a la segunda división, “Julio Martín”, quien fallece el día 17 de enero de 1.893, sosteniendo su puesto de centinela, convirtiéndose así en el primer mártir de la institución.
Ante esta situación, se decretó el Estado de Sitio en la capital del país durante cuarenta días (del 16 de enero al 24 de febrero de 1893) para evitar el recrudecimiento de la protesta y proteger a la Policía.
La Sociedad Filantrópica fue suspendida, acusada de haber incitado al desorden con carteles subversivos. El Decreto 390 prohibió sus reuniones, secretas o públicas, so pena de la aplicación de la Ley Marcial durante la vigencia de Estado de Excepción, y posteriormente las disposiciones del Código Penal.
A pesar de que este levantamiento popular no tuvo el éxito esperado, se sentó un precedente importante en el que la autoridad y sus instituciones fueron fuertemente cuestionadas.
Después de los motines de 1893, la semilla de la rebelión quedó sembrada en varios liberales. Para agosto de ese año, varios miembros del partido en la capital y el general Avelino Rosas en el exilio, prepararon un complot para tomar cautivos al presidente Caro y a varios miembros del Gobierno. Aunque la conspiración fracasó, y varios conspiradores fueron detenidos y enviados a otras regiones, quienes quedaron libres mantuvieron firme su intención.
El Héroe del Palacio de la Policía.
Aprovecho de igual forma para recordar al Cadete Gerardo Moncayo Barrera, asesinado en 9 de abril de 1948, quien llegó de la escuela General Santander a defender las instalaciones del Palacio de la Policía Nacional (Hoy Museo de la Policía Nacional), cuando la ciudad de Bogotá ardía en medio de asesinatos y saqueos, que condujeron a la destrucción de gran parte de la ciudad.
Se dispuso el refuerzo de la seguridad y se envió al Palacio una compañía al mando del Capitán del Ejército César Augusto Cuellar Velandia (quien se encontraba en comisión como instructor), el Teniente Ernesto Polanía Puyo ( del primer curso de oficiales de la escuela) y el Brigadier Mayor Cadete Bernardo Echeverry Ossa, con la mala suerte que al desembarcar, frente al Comando General, el cadete Moncayo cayó acribillado por las balas de los revoltosos, fueron heridos de gravedad el Teniente Ernesto Polanía Puyo y el Cadete Noel Delgadillo Parra.
El Cadete Moncayo, nació en el municipio de Santiago (Putumayo)el 5 de enero de 1926, hijo de don Gonzalo Moncayo Rosas y doña Pastora Barrera, ingresó a la Escuela General Santander a finales de 1946, con 29 compañeros más.
Para perpetuar su memoria, se le otorgaron las siguientes distinciones: ascenso al grado de Teniente Segundo en forma póstuma (Decreto No.1541 del 12 de mayo de 1948, firmado por el presidente Mariano Ospina Pérez) y se le confirió la más alta condecoración policial, como también se dispuso que el casino de cadetes lleve su nombre y que se coloque su fotografía en ese lugar de la escuela (Resolución N0.01186 de 1958, que lleva la firma del Teniente Coronel Saulo Gil Ramírez Sendoya, comandante de las fuerzas de policía para la época.
El cabo segundo José Flaminio Soler murió heroicamente en acción de combate contra bandoleros cuando cumplía una una delicada misión de mantenimiento del orden público. Era miembro de la Unidad de Policía "Santander del Sur", su sacrificio tuvo lugar el 24 de marzo de 1954.
La Dirección de la Policía Nacional por medio de la Resolución 03567 del 30 de octubre de 1954, lo ascendió póstumamente al grado de Cabo Primero.
Tras el ataque de un grupo guerrillero al a Policía de Salgar (Antioquia) ocurrido en el mes de noviembre de 1960, fueron asesinados el señor Sargento Ángel María Aragón Guerrero quien era el comandante de dicha unidad policial y tres agentes de policía.
Es el 24 de octubre de 1962, y las fuerzas armadas continúan su lucha contra el Bandolerismo que devasta el corazón geográfico de Colombia.
Ese día una comisión al mando del Mayor Marco Fidel Naranjo, subcomandante de la Policía en Tolima se moviliza por la Carretera que de Armero conduce al Líbano, cuando en el sitio conocido como La Chorrera en el corregimiento de Padilla (Lerida), bandoleros de William Aranguren “Desquite” hacen una descarga cerrada de fusilería sobre el automotor que venía encabezando el convoy.
Varios uniformados mueren sin poder reaccionar al ataque, incluyendo al Capitán Rodolfo Villamizar. Al final todos los ocupantes del primer vehículo, el oficial y ocho agentes resultan muertos mientras los que venían en el segundo automóvil al mando del Mayo Naranjo, logran ponerse a salvo y repeler el ataque.
El capitán, natural de Cúcuta, era casado, tenía tres hijos y llevaba 14 años en la institución. También fueron asesinados los agentes José Silverio Villanueva, Juan Hurtado Hurtado, Carlos Beltrán, Miguel Rondón, Hernán William, Carlos Taborda y Pablo Muñoz Góngora.
Masacre de los Guayabos
El 20 de marzo de 1963, en el sitio conocido como Los Guayabos, sobre la carretera que de Alvarado conduce a Anzoátegui, la cuadrilla de Jacinto Cruz Usma, temido bandolero liberal más conocido por su mote de "Sangrenegra", monta un retén ilegal y detiene un bus de transporte público.
En él viajaba vestido de civil el subteniente de la Policía Josue Jaimes Ortiz, que se dirigía a Ibagué acompañado de su hermano con el fin de ultimar los trámites para su matrimonio que se efectuaría en los días venideros.
El bandolero procedió a despojar de sus prendas a los pasajeros y luego aparto en un grupo a 14 de ellos.
El oficial recibió pronto la atención del criminal que profesaba un odio visceral por la institución armada; lo despojo de su sable, entonces llamado Yatagan y con el empezó a "jugar" ensartando a los pasajeros del bus.
Finalmente a todos los mataría brutalmente, empezando por el uniformado: a varios de sus víctimas Sangrenegra las decapitaría sobre la carretera con un azadón. Sin embargo, algunos pasajeros que lograron escapar de la masacre dieron aviso a la Policía.
Cuando estos acudían al sitio del ataque en auxilio de las víctimas y cumpliendo con su deber, fueron emboscados por los facinerosos que mataron a un suboficial y dos carabineros. Las víctimas eran el Cabo Eladio Martínez Correa comandante de la inspección de Veracruz en Tolima y los agentes Álvaro Sandoval y Justiniano Oliveros Blanco.
Trece meses después, el dragoneante de la Policía, William Moreno Ramos, victima también del accionar delincuencial de Cruz Usma pues este había violado a su mujer, encabezo el operativo que acabo con el sanguinario bandolero en la sierra de los Paraguas, El Cairo (Valle del Cauca).
El 4 de julio de 1964, el autodenominado Ejército de Liberación Nacional, ELN, de orientación castrista y al mando de Fabio Vásquez Castaño había establecido su primer centro guerrillero en el cerro de Los Andes, departamento de Santander. Sin embargo, la organización no se hizo pública sino hasta la mañana del 7 de enero de 1965, día en que alrededor de 27 de sus hombres asaltaron la pequeña población de Simacota en la provincia de Guanenta (Santander).
Esa jornada los subversivos apertrechados con fusiles, ametralladoras y armas cortas ingresaron a saco a la población, sorprendiendo a la guarnición que desarrollaba sus labores diarias en la estación. Allí mataron a quemarropa al Sargento segundo de la policía Luis Alberto Herreño, y los agentes Luis Alberto Gómez Archila y José Antonio Rojas. Solo sobrevivió al ataque el agente Juan Danilo Pardo por hallarse a esa hora tomando el desayuno. Los insurgentes posteriormente saquearían las oficinas públicas y las agencias comerciales, pero como el Ejército se presentó rápidamente con tropas de los batallones Galán y Ricaurte, se verían obligados emprender la huida.
Víctimas: Sargento Segundo Luis Alberto Herreño, natural de Bolívar, Santander, contaba con 28 años de edad y era soltero.
Agente Luis Alberto Gómez Archila, de 35 años, oriundo de Molagavita (Boyaca) soltero, y con diez años de servicio en la institución y Agente José Antonio Rojas, de Guaca (Santander), 31 años, y ocho años de servicio.
Nueve meses después de haber sido desalojados de Marquetalia y ocho después de organizarse como guerrilla con el nombre de Bloque Sur, una cuadrilla de 140 subversivos -varias decenas de indígenas entre ellos- al mando del propio Pedro Antonio Marín, alias ‘Tirofijo’, salió de la “república independiente de Riochiquito” con destino al pequeño pueblo de Inza distante 170 kilómetros de Popayán (Cauca).
Se trataba de la primera toma armada que protagonizaría la organización que más tarde sería denominada como Farc. Luego de secuestrar en su camino a varias personas que eran consideradas colaboradoras del Ejército y de arrasar sus fincas, la cuadrilla se posiciono a la afueras de la población. Allí al divisar un bus, Tirofijo y sus hombres degollaron mediante el corte franela a Emigdio Andrade y sus tres hijos Edgar, Gonzalo y Marcos, para evitar, según ellos que los delataran. Seguidamente asaltaron el bus intermunicipal perteneciente a la línea Rápido el Cauca que cubría la ruta Belalcázar-Popayán mientras se movía por el sitio conocido como El Hato.
Con ello se buscaba evitar que su columna fuera localizada por las autoridades antes de que emprendiera el ataque.
Luego de detener el bus que llevaba 22 pasajeros, entre ellos 2 agentes de policía -Demetrio Cortes y Juan Cruz-, se desato un tiroteo entre los uniformados y los guerrilleros.
Estos últimos abrieron fuego de manera indiscriminada sobre el automotor matando a 7 de sus pasajeros incluidas dos monjas, Blanca Ruiz Jaramillo y Zuliana Arroyave Palacio pertenecientes a la congregación de Madres Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena- y a uno de los agentes del orden, Demetrio Cortes. El agente Cruz, herido, logro ponerse a salvo junto a varios pasajeros que a su vez alertaron del ataque a las autoridades de Inza. Varios de los heridos también fueron rematados a machetazos.
Entonces Liborio Peña Castillo, alcalde de la localidad, Luis Otálora Cuenca, tesorero municipal, Higinio Gutiérrez, celador de rentas y Sindolfo Alberto Gamboa, agente de policía, acatando el llamado de auxilio, se dirigieron a socorrer a las víctimas y verificar la situación. Sin embargo, los tres civiles armados y el policía fueron muertos en el intercambio de disparos que se presentó cuando chocaron con los facinerosos.
Ya sin ningún obstáculo los guerrilleros rodearon el pueblo y lo ocuparon durante varias horas mientras sus cabecillas pronunciaban sus tradicionales arengas revolucionarias. Catorce civiles y dos uniformados murieron en la primera toma de las Farc. El agente Cruz sobrevivió al ataque.
El jueves 9 de marzo de 1967, alrededor de 80 guerrilleros del ELN asaltaron el vagón No. 1154 del Ferrocarril del Atlántico, en la región del Opón (Magdalena Medio santandereano) cuando hacia el recorrido entre las estaciones de Puerto Opón y Las Montoyas.
Los guerrilleros habían montado su emboscada en un trayecto rodeado de altos barrancos, conocido como el Cajón de los Macías con el propósito de que Renato Menéndez, un periodista mejicano grabara el ataque.
A las 2:30 de la tarde de ese día, mientras pasaba la locomotora por el tramo señalado, los subversivos accionaron dos potentes cargas que descarrilaron el tren; inmediatamente abrieron fuego sobre el aparato y sus ocupantes. Seis uniformados adscritos a la división de policías ferrocarrileros, dos operarios de la locomotora y un civil murieron, entre los policias se resalta la muerte del Cabo Primero Epifanio Uribe quien era el comandante del dispositivo.
Las victimas
(De izquierda a derecha) Agente Álvaro Vargas Gutiérrez casado y natural de Restrepo (Meta); Hernando Álvarez Álvarez de 33 años y natural de San Antonio (Tolima), casado y con 3 hijos; Rafael Antonio Bohórquez quien resulto herido, soltero y de San Andrés (Santander); Enrique López Orozco de Sativanorte (Boyaca) con 38 años, casado y dos hijos.; Efraín Parra Urazan y Pompilio Garzón.
El 5 de julio de 1979, milicianos del ADO (Autodefensa obrera) asaltan una sede de la Caja Agraria en el barrio La Floresta de Bogotá.
El agente Rigoberto Caballero Galindo, encargado de la seguridad del establecimiento y adscrito a la XIII Estación de Policía de Bogotá, trato de impedir el asalto pero los guerrilleros lo asesinaron y robaron su carabina de dotación. Los tres asaltantes fueron abatidos en la reacción de las autoridades.
Caballero era natural de Garagoa (Boyaca), tenía 22 años y había ingresado a la policía en 1976. Soltero, sin hijos.
Capitán Fernando Alvarez Bonilla, nació en Bogotá, el 9 de febrero de 1959, terminó bachillerato en el Colegio de La Salle de Bucaramanga en 1974, curso hasta IV semestre de Medicina Veterinaria y Zootecnia en la Universidad de Caldas; ingresó a la Escuela de Cadetes de Policía "General Santander" en enero de 1977 y obtuvo el grado de subteniente el 3 de noviembre de 1978.
Realizó cursos de carabinero, instructor de equitación, contraguerrillas, investigación criminal , estudios profesionales policiales, piloto comercial de helicópteros con autonomía en Bell 206 L-3 Long Ranger.
El 15 de octubre de 1984 una bala asesina cegó su existencia, cuando en cumplimiento de su deber realizaba una operación helicoportada en la selvática región de Yari.
En su honor la Base Aérea de la Policía Nacional con sede en Guaymaral, orgullosamente lleva su Nombre.
El 20 de junio de 1985, el M-19 rompe de manera unilateral la tregua que sostenía con el gobierno, “como reacción al hostigamiento político y al asesinato”, e inicia una violenta escalada en el occidente del país. En apenas 12 días son asesinados más de 60 uniformados de la Policía.
El ataque de mayor envergadura llega el 28 de junio cuando integrantes del M-19 atacan en inmediaciones de la población de Génova (Quindío) a unidades de la Policía Vial.
En el ataque perecen 8 uniformados incluyendo al Capitán de la Policía, Gustavo García Velandia oriundo de Salamina (Caldas) y quien tenía 33 años de edad. En el intercambio de disparos también resultan muertos 5 civiles, conductores en su mayoría.
El 20 de marzo de 1986, una columna de guerrilleros del M-19 embosca una patrulla mixta del Ejército y la policía que compuesta por 10 vehículos y 3 blindados se movilizaba por el sitio conocido como La Chivera en la vía que de Caloto conduce a Toribio en el norte del Cauca.
El objetivo era reforzar la seguridad de las poblaciones del norte del Cauca, afectadas por la arremetida de la organización subversiva que había perdido a varios de sus cabecillas más importantes en los meses anteriores (Iván Marino Ospina y Álvaro Fayad) y trataba de enfrentar al Ejército en una suerte de guerra de posiciones.
En el ataque mueren 7 agentes de policía y 1 soldado del Ejército.
El 17 de junio de 1986, guerrilleros del M-19 estrellan en Bogotá una grúa contra la comitiva del ministro del Interior de la administración Betancur, Jaime Castro, y seguidamente tratan de matarlo a tiros.
Sus escoltas del Das y la Policía rechazan el ataque del cual el ministro sale ileso, pero uno de los miembros de su cuerpo de seguridad, el Agente José Ignacio Huertas Melo resulta muerto en el atentado.
El lunes 17 de noviembre de 1986, en cercanías a la localidad de Fontibón, al occidente de Bogotá, fue asesinado por sicarios del narcotráfico el exdirector de la Policía Antinarcóticos, Coronel Jaime Ramírez Gómez.
Estaba a punto de viajar al exterior mientras se preparaba para hacer curso de ascenso a general. Pero los narcotraficantes sabían que iban a tener en él a un enemigo acérrimo que parecía destinado a la dirección de la Policía. Por eso, a sus 47 años, lo asesinaron frente a su esposa e hijos.
Desde sus primeros años como oficial de la Policía, Jaime Ramírez Gómez fue un avezado investigador. Sus acciones contra el narcotráfico se iniciaron desde los años 70, cuando empezó a documentar el crecimiento del negocio ilícito de las drogas. Por ello, muchas veces se le oyó decir que éste flagelo iba a ser la nueva plaga de la sociedad moderna. Desde el entonces F2, se convirtió en un enemigo aparte de los traficantes de droga, apuntándose varios éxitos en la persecución de este delito.
Por ejemplo, en su historial quedó documentado que hacia 1975, desmanteló una poderosa banda de narcotraficantes en Bogotá que actuaba bajo la dirección de un sujeto identificado como Iván Darío Carvalo, más conocido como ‘El Mocho’.
La acción final tuvo lugar en la vecina población de San Antonio de Tena. Años después desvertebró otra organización que dio de qué hablar, la que entonces comandaba Verónica Rivera de Vargas, conocida en las cloacas del delito como ‘La Reina de la Cocaína’.
Por estas razones, parecía destinado a ocupar uno de los cargos más complejos de su época, la Jefatura de la Unidad Antinarcóticos de la Policía. Y lo hizo en el mismo momento en que el Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla emprendía su batalla contra Pablo Escobar y los demás capos de la droga. Después de que Escobar perdió su inmunidad parlamentaria y empezó a ser perseguido por las autoridades, el Coronel Jaime Ramírez Gómez se volvió el hombre clave para la ofensiva del ministro Lara.
Pero no sólo desplegó una ofensiva sin par contra Escobar y su organización, sino en general contra todos los carteles de la droga. Decomisó decenas de avionetas, destruyó incontables laboratorios para procesar droga, concretó la captura de muchos enlaces del narcotráfico y, principalmente, le asestó a los mafiosos el golpe más contundente de la época: el descubrimiento y destrucción del llamado complejo de ‘Tranquilandia’, un gigantesco laboratorio para procesar droga oculto en los llanos del Yarí, en el Caquetá.
El operativo se desarrolló en marzo de 1984 y permitió establecer que los principales narcotraficantes de la época se habían asociado para consolidar el complejo de ‘Tranquilandia’, que llegó a refinar más de 20 mil kilos de cocaína en pocos meses. La acción permitió reivindicar al Estado colombiano frente a la comunidad internacional y convirtió al Coronel Ramírez Gómez en el hombre de confianza de Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, también lo ubicó en la mira inmediata de los mafiosos.
A pesar de que a través de sus informantes, el Coronel Ramírez advirtió una y otra vez al ministro Lara que existía un plan para asesinarlo, no fue posible evitar el magnicidio. Pero después del crimen de Rodrigo Lara, incentivó sus acciones contra el narcotráfico. Además, se encargó personalmente de apoyar las investigaciones del juez Tulio Manuel Castro, para que el asesinato del ministro de Justicia no quedara en la impunidad. Era el oficial más amenazado en Colombia y también el que más se expuso.
Una de sus últimas averiguaciones fue saber que la gente de Escobar Gaviria utilizaba para sus asesinatos una serie de placas con las iniciales KF que había sido hurtada de las oficinas del tránsito en Itaguí (Antioquia). Además llegó a tener la certeza de la orden impartida por Escobar Gaviria para que lo asesinaran, e incluso del dinero que se pagó para que se concretara esta acción. En un momento crucial en la lucha contra el narcotráfico era tan incómodo para los delincuentes como para los oficiales y funcionarios corruptos que ayudaban a Escobar.
Dentro de los cambios rutinarios de la Policía, el Coronel Ramírez Gómez pasó a cumplir funciones como Inspector Delegado y después como Director de Personal. Lo claro es que no eran más que pasos efímeros mientras se preparaba para el generalato y, con el apoyo de Estados Unidos, en el oficial elegido para la guerra que debía librarse contra los carteles de la droga. Sin embargo, sus enemigos lo venían acechando, nunca le perdieron la pista, y encontraron el momento para concretar su acción.
Antes de viajar al exterior, el Coronel Ramírez Gómez decidió descansar con su familia en un municipio cercano a Bogotá. Lo hizo durante un puente festivo de noviembre. Debido a las graves amenazas contra su vida, escasas personas sabían que ese fin de semana andaba sin escoltas y en compañía de su familia. Cuando regresaba a Bogotá, al atardecer del lunes 17 de noviembre de 1986, los sicarios lo estaban esperando. El ataque se produjo a la altura del puente sobre el río Bogotá, entre Mosquera y Fontibón.
El coronel Ramírez Gómez iba al volante de un campero Toyota de color blanco. A su lado estaba su esposa. En el asiento trasero sus dos hijos. De repente, desde un Renault 18 de color verde empezaron a dispararles. Mal herido, el oficial perdió el control del vehículo y se estrelló contra una roca situada unos 300 metros adelante del puente, cerca al retén de la Policía. Los sicarios aprovecharon la situación, se bajaron del vehículo y remataron al oficial frente a la mirada atónita de su esposa e hijos.
La dirección de la Policía, entonces a cargo del General José Guillermo Medina Sánchez, expidió un comunicado para exaltar la impecable trayectoria del Coronel Jaime Ramírez Gómez. La Presidencia de la República hizo lo propio para lamentar el hecho y prometer una exhaustiva investigación hasta sus últimas consecuencias. Pero como otros magnicidios de la época, la investigación judicial no llegó a ninguna parte. Fue ascendido de forma póstuma al grado de Brigadier General.
El 13 de agosto de 1987, el Teniente Eduardo Silva Ariza de 27 años y natural de Albania (Santander), cae en combate cuando comandaba una columna de 22 policías en zona rural de Muzo (Boyacá).
El oficial y sus hombres descansaban en la escuela La Florida, cuando fueron atacados por alrededor de 70 miembros del 11 frente de las FARC.
El oficial fue herido de muerte cuando repelía personalmente el ataque y posteriormente ocurre su deceso a causa de sus heridas. No hubo más caídos en esa acción.
El Coronel Valdemar Franklin Quintero nació en
Bucaramanga (Santander) el 26 de enero de 1941. Ingresó a la Escuela de Cadetes
Francisco de Paula Santander de Bogotá donde obtuvo en 1963 el grado de
subteniente. En 1967 se casó en Tunja con Leonor Cruz Ariza, con quien tuvo
tres hijos (Claudia Leonor, Carlos Eduardo y Richard).
El crimen
se registró en el momento en el que el vehículo oficial en que se movilizaba el
Coronel Franklin Quintero se detuvo en un semáforo en rojo entre los barrios
Calazans y La Floresta, instante que aprovecharon los sicarios para
acribillarlo a tiros.
Escasamente
siete meses duró el oficial al frente de la Policía de Antioquia, pero durante
su permanencia en esta misión fue la persona que asestó los mayores golpes a la
mafia del narcotráfico en este departamento. Su primer acción la concretó en el
oriente, en la denominada ‘Operación San Luis’, cuando desmanteló una red de
laboratorios para el procesamiento de cocaína, logrando que quedaran en
evidencia los nexos entre el narcotráfico con los grupos de autodefensa de la
región del Magdalena Medio.
Más
adelante, el Coronel Valdemar Franklin la emprendió contra el clan de los Ochoa
Vásquez, al punto de que concretó la captura del padre de los tres hermanos
Jorge Luis, Juan David y Fabio Ochoa, el reconocido caballista Fabio Ochoa
Restrepo. Aunque días después se vio forzado a dejarlo en libertad, el oficial
tenía claro contra quienes debía sostener su ofensiva.
Por
eso, hacia mayo de 1989, concretó también la detención de Freddy Rodríguez
Celade, el hijo de Gonzalo Rodríguez Gacha, alias ‘El Mexicano’.
El
Coronel Valdemar Franklin Quintero tuvo una brillante carrera en la Policía.
Nacido en Bucaramanga, duró 26 años en la institución, tiempo durante el cual
alcanzó a ostentar igual número de condecoraciones y más de 50 felicitaciones
en su hoja de servicios. Por estas razones, en el momento más difícil para la
seguridad ciudadana en Medellín por las acciones de la mafia de Pablo Escobar y
sus socios, aceptó el reto de comandar a la Policía en Antioquia y enfrentar a
las redes de sicarios.
No
pasó un día en el que no decomisara una aeronave, allanara un sitio o
desmantelara un laboratorio de droga. Era lógico que antes de lo esperado
empezara a recibir amenazas de muerte. Pero nada lo hizo desistir, e incluso
cuando su situación personal se hizo más difícil, en vez de reforzar su equipo
de seguridad desistió de una numerosa escolta para su protección, con el
argumento de que no era justo exponer la vida de tantos de sus hombres para que
blindaran la suya de la arremetida de la mafia.
En
esas condiciones, luego de una rápida labor de inteligencia, los hombres de
Pablo Escobar establecieron el lugar perfecto para asesinar al oficial. Fue en
el cruce de la carrera 80 con calle 48 de Medellín, a escasa distancia de la
canalización de la quebrada La Hueso. En el momento del ataque, sólo dos
agentes de policía lo acompañaban. El comentario de un testigo dimensionó los
excesos de los atacantes: “Le dispararon sin misericordia, hasta que vaciaron
todas sus armas contra el carro en el que iba el oficial”.
Esa
mañana, el país estaba agobiado por el asesinato del magistrado del Tribunal
Superior de Bogotá, Carlos Valencia García, perpetrado 48 horas antes. Por eso,
cuando trascendió la noticia del asesinato del coronel Franklin Quintero, el
entonces subdirector de la Policía, General Carlos Arturo Casadiego, resumió
así lo sucedido: “Nadie puede dudar de donde viene este crimen y de donde nos
están disparando. Es la actitud cobarde, el modus operandi de estos sujetos que
todos conocen perfectamente. La mafia de Medellín”.
El
asesinato del Coronel Valdemar Franklin Quintero, sumado al del magistrado
Carlos Valencia García, forzó al gobierno del presidente Virgilio Barco a tomar
nuevas medidas contra el terrorismo. Fueron siete decretos de Estado de Sitio,
desde la extradición por vía administrativa hasta la supresión del jurado de
conciencia para evitar nuevos casos de impunidad. La noche de ese 18 de agosto,
el presidente Barco informó al país sobre las nuevas medidas. Pero en momentos
en que lo hacía tuvo que informar lo que el país ya lamentaba: el atentado que
segó la vida del candidato presidencial, Luis Carlos Galán Sarmiento.
Los narco
terroristas del Cartel de Medellín atacan con un poderoso carro bomba -cargado
con 100 kilos de dinamita- a un camión del Grupo Élite de la Policía en el
puente Pan de Queso de Itagüí (Antioquia). El atentado deja 13 muertos (7
agentes y 6 civiles) y 100 heridos. Aquí recordamos a 6 de los uniformados víctimas
del terrorismo de los narcotraficantes.
El 3 de
junio de 1990, Bandoleros de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar que agrupa
a las FARC, el ELN y el EPL matan al subteniente Solón Elías López Zambrano en
el Doradal, corregimiento del magdalena medio santandereano.
El oficial
era comandante de la estación de Policía de Rioclaro en Puerto Triunfo
(Antioquia).
Agente Crisanto Amarillo Sandoval, en su momento
el policía más antiguo de Colombia, asesinado hace 25 años por el Cartel de
Medellín.
El agente
Amarillo, natural de Panqueba (Boyacá), donde nació en 1927, había dedicado 41
años de su vida a la institución policial. Luego de prestar su servicio
militar, se había enrolado como agente de la institución en 1949, sirviendo en
el departamento de Antioquia. Testigo de la violencia partidista, pero también
de los años dorados de Medellín, no escapo sin embargo, a las balas asesinas
del Narcoterrorismo del Cartel de Medellín.
El sábado 15 de
julio de 1990, sicarios que se movilizaban en un Renault le dispararon por la
espalda minutos después de haber salido de su casa. Los asesinos buscaban
cobrar la recompensa ofrecida por Pablo Escobar, que pagaba en ese momento, 2
millones de pesos por cada agente que fuera asesinado. Al momento de su muerte
Amarillo, tenía 63 años de edad.
Agente Gustavo Gerardo Chamorro, miembro de la
Policía Nacional de Colombia, natural del departamento de Nariño. Hacia parte
de la guarnición que defendía la estación de bombeo Churuyaco en Orito,
Putumayo. Entrego su vida por la Patria, el 7 de noviembre de 1992, junto a 25
valientes más. Cayó en su posición repeliendo con un fusil G3 y 4 proveedores a
300 guerrilleros.
Alrededor de
250 bandoleros de los frentes 13, 18 y 32 de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia - FARC atacaron en forma sorpresiva hacia las 4:15
de la mañana, el puesto de la Policía de la inspección de Churuyaco, área rural
del municipio de Orito, departamento de Putumayo, sitio que hace parte del
Distrito Sur de la Empresa Colombiana de Petróleos (Ecopetrol), donde se
almacenan los crudos que son bombeados por el Oleoducto Transandino, cuyo
terminal está localizado en el puerto de Tumaco, en el departamento de Nariño,
al sur occidente de Colombia.
En el violento
ataque que sobrepasó por mucho las posibilidades de defensa de los 28 agentes
de la Policía estacionados en el puesto, fueron asesinados el cabo segundo
Héctor Jaime Pescador Trejos y los agentes Rafael Enrique Acuña Parra, Jesús
Cerón Rosero, Gustavo Gerardo Chamorro De La Cruz, Sebastián Contreras Ramírez,
José Ramiro Delgado Camuez, Alejandro de Jesús García Osorio, Luis Alberto Gil
García, Alberto Gómez Mina, Carlos Humberto Jiménez Bañuel, Eliécer López
Ariza, Wilson de Jesús Maya Maya, José Joaquín Meléndez Miranda, Javier Morales
Vinasco, Wilson Mosquera Moreno, Hugo Libardo Ortega Quiroz, Humberto Orlando
Ráquira Ráquira, Gerardo Rosero Mora, Harold Ruano López, Milton César Ruiz
Orozco, Gil Mario Sánchez Barrantes, Martín Torres Ramírez, Roberto William
Torres Samuet, José Henry Triana Correa, Giovanny Antonio Valencia Martínez y
Juan Carlos Villota Brand, varios de los cuales que se habían rendido por no
tener más munición, fueron ejecutados a sangre fría con tiros en la cabeza, a
pesar de haber suplicado por sus vidas.
Eran las 10:30
de la mañana del 12 de diciembre de 1994. Ese día se encontraba de visita en
Miraflores Guaviareá el entonces Teniente Coronel José Leonardo Gallego Castrillón,
para ese entonces Director de la Policía Antinarcóticos.
Desde la
cabecera de la pista de aterrizaje, guerrilleros del frente primero de las Farc
empezaron a disparar ráfagas de ametralladora y rockets.
El helicóptero
PNC 130 en que se había movilizado Gallego recibió 7 impactos hechos con fusil
Galil.
El teniente
Diego González Quintero murió en la ofensiva subversiva, al recibir un impacto
de proyectil en la cabeza el cual le causó la muerte de forma inmediata.
En el año de
1995 el comandante de la Marina de Guerra de Océano Atlántico de los Estados
Unidos, General de tres estrellas Charles Wilmen, arribó a Colombia para
observar el trabajo del señor Mayor Ramírez y termino cargando su cadáver.
El oficial, de 41
años, había sido seleccionado para hacer una demostración sobre la complejidad
para la fumigación de los cultivos de ilícitos.
En Vega Larga
(Huila), la guerrilla, que ofrecía 250 millones de pesos por aeronave
derribada, tumbó la del avezado piloto policial.
El señor Mayor José Luis Ramírez Ceballos, en el
año de 1986 fue el piloto del Helicóptero de la Policía Nacional que transporto
al Papa Juan Pablo II, durante su peregrinación en diferentes ciudades de
Colombia.

La toma
guerrillera, según muchos habitantes y la propia Secretaria de Gobierno de
Córdoba, Gloria Tulena, se veía venir desde el pasado 3 diciembre del 95 cuando
hubo escaramuzas. En esa ocasión los agentes controlaron la situación.
Entre las 7 y
32 minutos y las 11 de la noche, tiempo del ataque, murieron el subintendente y
comandante Fernando Luis Carrascal Mendoza, 38 años, de Momil (Córdoba); y los
agentes José Rufino Alvarado, 31 años de Barranquilla; Aristides Barrios
Alvarez, 29 años de Corozal (Sucre); Deider Díaz Paternina, 26 años de San
Antonio de Palmito (Sucre); Samuel Díaz Julio, 25 años de Sincelejo; José
Ramírez Montes, 24 años de Chinú (Córdoba); Jhonny Julio Buelvas, 29 años de
Cartagena; Néstor Marriaga Hernández, 29 años de Barranquilla; Darío de Jesús
Giraldo García, 28 años de Dosquebradas (Risaralda); Heberto Fernández
Rodríguez, 36 años de Calamar (Bolívar); Jesús Restrepo Mendoza, 31 años de
Barranquilla; y José Alvarado Guillén, 31 años de Barranquilla.
Contra la
estación y los agentes se ensañaron unos 80 guerrilleros de los frentes 35 y 37
de las Farc, quienes iniciaron el ataque con una táctica que causó estupor.
Utilizaron un burro al que le amarraron explosivos en el cuerpo, lo hicieron
llegar frente a la estación de policía y con un control remoto accionaron la
carga. En una radio de acción de 600 metros quedaron esparcidos los restos del
animal, mientras que la onda explosiva causó los primeros destrozos en la
estación, la Escuela de Educación Básica Primaria Gabriela Mistral, el colegio
departamental de bachillerato, la Alcaldía, y una vivienda. Luego continuaron
los ataques con rockets, granadas y más explosivos.
Es el segundo
ataque repudiable en la Costa Atlántica durante 1996. El primero fue el pasado 29 de
diciembre en Achí (Bolívar), durante el cual murieron 8 agentes.
El 17 de junio
de 1997, una explosión del carro bomba en el parqueadero de la Estación de la
Policía en Fontibón que cobró la vida de ocho personas y dejó heridas a otras
12 se convirtió en el más contundente golpe contra la Dirección de Inteligencia
de la Policía Nacional.
Entre los
muertos se encontraban el mayor Javier Antonio Uribe Uribe y los capitanes Efrén
Cepeda Soto y Miguel Ángel Blanco Niño, expertos oficiales preparados por la
DEA y la CIA adscritos al principal cuerpo élite de inteligencia de la Policía
que dirigen personalmente el General Rosso José Serrano y el Coronel Oscar
Naranjo Trujillo.
Estos tres
hombres lideraron operaciones que permitieron incautar a la guerrilla 200
modernos fusiles, cuatro toneladas de dinamita y más de 30 mil cartuchos. Los
mismos oficiales descubrieron en Cali una caleta de la mafia con más de 4
millones de dólares y capturaron, entre otros, a los narcotraficantes peruanos
Abelardo Cachique Rivera y Demetrio Limonier Chávez, El Vaticano, y al autor
intelectual del asesinato de Guillermo Cano, Director de Diario El Espectador.
El mismo
martes, minutos después de que los oficiales cayeran muertos, sus compañeros
volvieron a golpear la infraestructura de las Farc al decomisar en Bogotá otro
arsenal de las Farc y capturar a cinco señalados guerrilleros.
Al tiempo que
la Policía anunció una recompensa de cien millones de pesos para quien colabore
para dar con el paradero de los dueños del camión bomba, la Dirección de
Inteligencia de la institución continuó trabajando sobre las distintas
hipótesis que originaron la muerte de los oficiales.
Una primera
hipótesis, tal vez la más fuerte hasta ahora, señala que la guerrilla habría
preparado un plan terrorista en represalia contra los continuos golpes de la
Policía contra sus intereses.
La explosión no
fue un accidente sino un acto premeditado. Pudo tratarse de una trampa para
dañar a la patrulla, en represalia por varios golpes policiales propinados a
bandas de contrabandistas de explosivos, dijo el general Serrano.
Tenemos mucha
información sobre la acción terrorista agregó y acudimos a la recompensa para
ubicar a los que compraron la dinamita y armaron la carga explosiva.
Por su parte,
voceros de inteligencia dijeron a este diario que, según esta hipótesis, la
guerrilla a través de sus milicias urbanas, habría permitido la incautación del
carro bomba para explotarlo en el mismo momento en que fuera revisado por los
hombres de inteligencia.
Estamos
analizando si el carro fue utilizado como un señuelo que fue activado a control
remoto tan pronto estaba en nuestro poder, pero esto solo nos lo revelará la
pericia técnica, dijo un oficial de inteligencia.
Otra hipótesis
señala que los explosivos iban para un frente del Eln que opera en el sur de
Bolívar y que contaba con un dispositivo especial para que detonara en caso de
que cayera en poder de las autoridades.
El entonces comandante
de la Policía Santander, General Tobías Durán Quintanilla, dijo que informes de
inteligencia indican que la dinamita iba a ser entregada al Frente José Zolano
Sepúlveda del Eln como canje para la liberación de William Enrique Rudas Rudas,
hermano del ex alcalde de San Pablo Manuel José Rudas Rudas.
Una tercera
hipótesis indica que la mafia se habría aliado una vez más con la guerrilla
para efectuar varios atentados terroristas para amedrentar a los congresistas
horas antes de que se vote la extradición en la plenaria de la Cámara de
Representantes.
Cuando los
guerrilleros lo secuestraron en la vía que de La Montañita conduce a Florencia,
en el Caquetá, habían fijado con su novia la fecha de la boda para febrero de
1999.
Esos planes se
acabaron el 14 de octubre de 1998, recuerda su hermana Margarita. Ese día salió
de la Estación de Policía del municipio de El Paujil, de la que era el
comandante, a una reunión de oficiales convocada por sus superiores en
Florencia y se encontró con un falso retén de las Farc.
Para los guerrilleros
también fue una sorpresa. Ellos esperaban secuestrar a un grupo de alcaldes que
asistirían a un encuentro departamental y supuestamente iban a cruzar por ese
sitio.
A Mayor Elkin Hernández Rivas lo
acompañaba uno de sus asistentes, el patrullero Germán Rodríguez, quien se
encontraba enfermo.
Este
bogotano es recordado por su padre don Silvio como un muchacho entregado a su
trabajo.
Margarita,
la mayor de sus cinco hermanas (es el único hombre), alaba su vocación de
servicio y su personalidad.
Lo
único que lo sacaba de casillas es la injusticia. Por eso se decidió por la
carrera como oficial de la Policía luego de prestar el servicio militar en la
Estación del Restrepo en la capital del país. Con sus hermanas comentaba que
esa era una forma de servir a la sociedad como lo hacían ellas, pues casi todas
son docentes.
Su
familia también extrañará sus arranques de euforia cada vez que "su
Millonarios del alma" obtenía un triunfo. Su otra pasión era el billar.
En
total recibieron cuatro pruebas de supervivencia.
La
última llegó en marzo del 2008. Allí Elkin le decía a su familia que estaba
bien.
El
26 de noviembre de 2011, el Mayor Hernández fue asesinado con tiros de gracia
por miembros de la guerrilla de las Farc, después de un duro enfrentamiento
durante la noche entre las Fuerzas Militares y el grupo terrorista.
Los Patrulleros
Gustavo Vallejo Castillo y Elpidio Correa Cuevas, pertenecientes a la Estación
de Policía de Silvania, nunca se imaginaron que ir a atender un caso se
convertiría en un encuentro con la muerte.
Entre las 9:30
y las 10:00 de la mañana del martes 6 de julio de 1999, al Comando de Policía
de Silvania entraron insistentemente tres llamadas en las que reportaban un
solo hecho: el robo de un camión con ganado.
En ese instante
las cuatro unidades de la estación salieron en dos motos hacia la vereda Yayatá
de Silvania donde presumiblemente se habían desarrollado los hechos.
Vallejo
Castillo y Correa Cuevas se movilizaban en una moto y comandaban el patrullaje,
pero cuando se acercaban al sitio de los hechos, dos cargas de dinamita,
ubicadas a lado y lado de la carretera, explotaron causándole la muerte a los
dos patrulleros. Los otros dos, que iban un poco alejados de ellos, resultaron
heridos con esquirlas.
Según
información de la Policía de Cundinamarca, el hecho se le atribuye al frente 42
de las Farc. La explosión dejó un cráter de 150 metros de profundidad y tres
metros de ancho.
Un raspador de
hoja de coca sepultó la valentía de cuatro policías, un soldado y tres
guerrilleros que desafiaron el poderío de las Farc y escaparon de sus
trincheras, bajo el mando del capitán Wilson Quintero Martínez.
El 13 de
septiembre de 1999, revela la investigación policial el capitán y sus
compañeros de fuga, extenuados, harapientos y hambrientos, después de 12 días
de travesía por plenas selvas del Vichada, se vieron obligados a pedir ayuda en
un rancho de supuestos campesinos.
Les dieron agua
y un poco de comida. Pero uno de ellos, un raspachín de quien sólo se sabe que
ya está capturado, abandonó sigilosamente el rancho y se perdió río arriba en
su lancha.
Minutos más
tarde regresó con un piquete de subversivos que asesinó de 35 tiros al Capitán
de la Policía Antinarcóticos. También mató a los agentes Eduardo Betancurt,
Alfredo Rojas, Antonio Culma y Gonzalo León y al soldado John Jairo Cubillos
Peter.
La Policía solo
había encontrado e identificado los cadáveres de tres de sus hombres: el del
capitán Quintero y los de los policías Alfredo Rojas y Antonio Culma. Estos
fueron hallados en una fosa común, en una finca de la vereda Tres Matas, cerca
de Cumaribu (Vichada).
Les aplicaron la pena de muerte
en absoluto estado de indefensión, dijo el director encargado de la Policía, General Luis Ernesto Gilibert Vargas. Por eso agregó responsabilizamos de estos
crímenes a las Farc y denunciamos esta barbarie ante Colombia y el mundo.
Al ejecutar a los policías, las
Farc violaron el principio universal de derechos humanos que señala: Ninguna
persona sometida a cualquier forma de detención o prisión será sometida a
tortura o a tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes. No podrá invocarse
circunstancia alguna como justificación de la tortura o de otros tratos o penas
crueles, inhumanas o degradantes.
El hallazgo de los cadáveres es
el epílogo de una odisea que comenzó el 23 de marzo de 1998 y que protagonizaron
el capitán Quintero y sus hombres. Ese día, una gruesa columna de las Farc, al
mando de El Negro Acasio, atacó una patrulla antinarcóticos que acababa de
destruir un complejo coquero de 12 campamentos.
Una vez el oficial y su tropa
terminaron la operación antidroga, en la que destruyeron cuatro toneladas de
cocaína y cinco de insumos químicos, los guerrilleros buscaron coparlos.
Después de más de dos horas de
intenso combate, un helicóptero artillado intentó poner en retirada a los
subversivos, pero fue impactado y cayó a tierra. Luego, los guerrilleros lo
incineraron. Sin munición y ante la superioridad numérica del enemigo, el
capitán no tuvo otra alternativa que rendirse.
Meses después, las Farc
enviaron un video, donde aparecían el capitán, los policías y un soldado.
Después llegaron unas cartas, en las que decían que sus barbas y cabello habían
crecido tanto que ya ni se reconocían al espejo.
Y el 2 de septiembre último, el
capitán emprendió la fuga con sus policías. El oficial, según las Farc, se llevó
nueve fusiles, seis granadas de mano, tres pistolas y víveres para sobrevivir
15 días. Pero la Dirección General de la Policía no sabía de la aventura de sus
hombres. Se vino a enterar el viernes 10 de septiembre. Ese día, los servicios
de inteligencia interceptaron una comunicación radiotelefónica entre El Mono
Jojoy y El Negro Acasio .
En ella, los subversivos
hablaban de la necesidad de recapturarlos, a como diera lugar, sin importar si
vivos o muertos. El Negro Acasio, jefe del frente 16 de las Farc y responsable
del tráfico de armas hacia la zona del despeje, también manifestaba que
controlar a ese capitán era casi que imposible. Que no hacía caso, que nunca
agachaba la cabeza.
De inmediato, la Policía envió
a la zona dos contraguerrillas y más de 40 francotiradores del Comando de
Operaciones Especiales (Copes), apoyados por una flotilla de helicópteros
artillados. Hasta que al fin apareció un informante quien reveló lo que había
ocurrido y sirvió de guía a las contraguerrillas de la Policía hasta la fosa
donde las Farc intentaron sepultar la valentía del capitán Quintero y de sus
hombres.
Narco-guerrilleros
del Frente 11 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC,
ingresaron a la finca La Esperanza, de la vereda Palestina, en jurisdicción del
municipio boyacense de Chiquinquirá hacia las 4:00 a.m., a cobrar una extorsión
por 15 millones de pesos y ante la negativa de su víctima, la señora Elvia
Cortés Gil de Pachón, de 55 años, decidieron colocarle alrededor de su cuello
un collar de tubos PVC, lleno de explosivos y metralla. Horas después le
hicieron llegar un casete con instrucciones para el manejo del artefacto
explosivo, y como realizar el pago de la extorsión.
Sus familiares
denunciaron esta situación ante autoridades militares y policiales, quienes
enviaron a la finca personal experto en explosivos. Sin embargo, después de más
de cinco horas y ya desactivados tres de los cuatro mecanismos de detonante de
la bomba, ésta explotó hacia la 1:00 p.m., aparentemente accionada a control
remoto por los bandoleros quienes vigilaban de cerca los movimientos de los
agentes antiexplosivos de la Policía. Además de
Elvira Cortés Gil, falleció el subintendente
de la Policía Jairo Hernando López, del escuadrón antiexplosivos, cuando
era trasladado a un hospital de Bogotá. El agente había perdido sus brazos y
había sufrido heridas graves en el rostro.
Asimismo,
resultaron heridos el sargento primero del Ejército Julio Ignacio Cruz Torres,
quien perdió tres dedos de su mano izquierda y sufrió laceraciones de
consideración en la cara; dos soldados del Batallón Sucre, uno de los cuales
perdió su antebrazo izquierdo; y el comandante de esa unidad militar, coronel
Fabio Roa Millán, quien resultó levemente herido por una esquirla en su muslo
derecho.
La señora
Cortés Gil y su familia eran extorsionadas desde hace varios meses por el
Frente 11 de las FARC.
Asesinados:
ELVIRA CORTEZ
GIL DE PACHON, 55 años
Subintendente
JAIRO HERNANDO LOPEZ
Heridos:
Coronel FABIO
ROA MILLAN
Sargento NESTOR
CRUZ TORRES
SL GUSTAVO
ADOLFO CARO
SL JOSE SUAREZ
GALLON
Sobre las 8:45
de la mañana del sábado 29 de julio del año 2000, unos 300 guerrilleros de los
frentes 9 y 47 del Bloque José María Córdoba de las FARC al mando de la temible
Negra Karina, ingresaron violentamente al corregimiento de Arboleda en el
municipio de Pensilvana (Caldas).
Su blanco inicial era el cuartel de la
policía defendido por 27 policiales, que fue bombardeado con cilindros bomba y
ráfagas de fusil y ametralladora. Sin embargo, la falta de precisión de las
pipetas y la férrea resistencia de los policías termino con la destrucción del
centro del corregimiento: la corregiduría, el puesto de salud, las oficinas de
Telecom, la Caja Agraria, el Templo Parroquial, la Casa Cural, la Estación de
policía, el colegio Pablo VI y la oficina de saneamiento ambiental.
Para acabar con
la resistencia de los policías, los guerrilleros explotaron una volqueta-bomba
sobre las 2 de la madrugada del domingo. Los uniformados faltos de municiones y
sin refuerzos se rindieron poco después. Los guerrilleros abandonaron el sitio
luego de asesinar a sangre fría al ex policía y líder comunitario Alirio
Ballesteros Noreña. 13 uniformados muertos, 1 desaparecido y 13 secuestrados
fue el saldo del ataque, que también acabo con la vida de 3 civiles y los
bienes materiales de cientos mas (50 casas afectadas)
Fueron asesinados los
agentes Rubén Darío Trejos, Hernando de Jesús Rivera, Julio César Bucuru,
Wilmar Álvarez Herrera, Arcadio Montes Aristizábal, José Albeiro Gañán, Jorge
Guillermo Valencia, Hernando Trejos Pinzón, Rafael Vélez y John Freddy Monedero
El 24 de marzo
de 2002, domingo de Ramos, uno de los días con mayor presencia de campesinos y
visitantes en Toribío, Cauca, guerrilleros de las Farc asesinaron al comandante
del puesto de Policía
Sobre las
cuatro de la tarde el Teniente Alfonso Alexander Rodríguez González, caminaba
por el parque central en compañía del subteniente Edwin Alfonso Hernández
Figueroa, cuando fueron atacados por hombres armados que les dispararon a corta
distancia
Las heridas
cobraron la vida, casi que de manera inmediata, del teniente Rodríguez, quien
llevaba un año en el cargo
Nelly González
de Rodríguez, mamá del teniente asesinado por las Farc y sometida a desplazamiento, hace parte del primer grupo
de víctimas que viaja a La Habana. Ella hace parte de la alianza “Colombia sin
heridas”.
Poco después
los policías de San Francisco y una patrulla del Ejército que estaba próxima al
lugar, se acercaron para tratar de asumir el control de la situación y fue
cuando el comandante de la Policía de San Francisco, Subteniente Juan Fernando
Wilches, pisó una mina que le causó la
muerte, lo mismo que al cabo del Ejército, Alexander Ramírez.
Asesinados:
ST ALFONSO ALEXANDER RODRIGUEZ
ST JUAN
FERNANDO WILCHES
Cabo ALEXANDER
RAMÍREZ
ANGEL CIRO SOTO
JOSE MEJIA
CORTEZ
En el
cementerio de Buga (Valle) hay otro rastro los crímenes aberrantes de las Farc.
Allí están los cuerpos del Cabo Primero de la Policía José Norberto Pérez y su hijo
Andrés Felipe, nombres que inmortalizaran otro de los dramas del secuestro.
El cabo Pérez
Ruiz, era el padre del niño Andrés Felipe Pérez quien murió de cáncer el 18 de
diciembre de 2001, pidiendo como último deseo la libertad de su progenitor, sin
que lo lograra a pesar de los pedidos de su familia y de diferentes
organizaciones de Derechos Humanos. Además, según los médicos que atendieron al
menor, el Cabo Pérez era el único donante de la médula que eventualmente lo
hubiera salvado.
Los
guerrilleros por medio de su vocero en la mesa del Caguan, Raul Reyes
desecharon la idea de liberar al uniformado, sosteniendo que todo era una
manipulación mediática. Muerto el niño, el cabo cayó en una profunda depresión,
que lo llevo a adoptar la medida, que el sabia suicida, de fugarse.
El cabo primero
José Norberto Pérez Ruiz, había sido secuestrado el 17 de marzo de 2000 durante
la toma del municipio de Santa Cecilia, en el departamento de Risaralda, y el
agente Víctor Manuel Marulanda Rueda en el municipio de Nariño, Antioquia, el
30 de agosto de 1999.
Los dos
policías permanecieron secuestrados varios meses en Antioquia, donde finalmente
murieron asesinados cobardemente. Guerrilleros de las FARC, los fusilaron en
abril de 2002, luego de recapturarlos en su fuga cerca del corregimiento de
Santa Ana, del municipio de Granada, en el departamento de Antioquia.
El 19 de mayo
del 2005 la Gobernación del choco confirmó la muerte de 10 miembros de la
Policía Nacional, a quienes calificó como "jóvenes buenos" que
servían a la sociedad.
Alto mando
policial, explicó que los uniformados, integrantes de una patrulla, fueron
víctimas de una emboscada tendida por guerrilleros cerca del municipio de Tadó,
en el departamento de Chocó.
Según el
oficial, cuando los uniformados recorrían la carretera que une a Chocó con
Risaralda fueron sorprendidos con las activación de cargas explosivas, al
parecer de dinamita
En el lugar
quedaron los cuerpos de un oficial, un suboficial y ocho patrulleros, en su
mayoría jóvenes entre los 20 y los 24 años.
Identidades de
los policías muertos:
Teniente Fredy
Alberto Silva Guarín - Comandante de la Patrulla.
Intendente
Ernesto Bocanegra Guachetá.
Patrulleros:
Angel Eduardo
Ledezma Cuesta
Cristian Camilo
Ibargüen Palacios
Giovanni
Herrera Márquez.
Robinson Cossio
Leudo
Luis Enrique
Córdoba Valencia
Wilfrido
Córdoba Orejuela
Dirlon Copete
Orejuela
Yasser Arboleda
Mosquera
Entre los
heridos figura el patrullero Hosman Curi Parra, quien junto a otros dos
lesionados fue trasladado al hospital de Tadó.
Según
información por los policiales heridos, el teniente Fredy Silva, comandante de
la patrulla lucho hasta el último momento por defender sus subalternos.
En zona rural
del municipio de San Miguel, en el departamento de Putumayo, narco terroristas
del frente 48 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC,
activaron una carga explosiva al paso de una patrulla de la policía, resultando
muertos el Subteniente Jorge Pantoja Acosta, de 24 años; y los patrulleros
Simón Varela Muñoz, de 22 años, y Joel Triana García, de 25 años, y heridos los
patrulleros Ezequiel Dalvis Romero y Omar Augusto Ramírez, de 22 años de edad.
Una patrulla de
la policía adscrita al Escuadrón Móvil de Carabineros (Emcar), con sede en
Pasto, departamento de Nariño, fue emboscada hacia las 3:30 de la tarde por
narco terroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, en
una carretera del corregimiento de Tujumbina, municipio de La Cruz, cuando se
dirigía a prestarle protección a labriegos que erradicaban cultivos ilícitos.
En la emboscada
realizada con minas resultaron muertos, el capitán John Freddy Méndez Herrera,
comandante de la estación de La Cruz, el sargento Gustavo Trujillo Garzón, los
agentes Carlos Londoño Isauro, Julio César Rosales, de 28 años, quien había
llegado con vida al hospital de Tujumbina; Félix Sepúlveda Tangarife, Juan
Carlos Guarín, Yamit Mosquera Palacios, y el auxiliar de policía Carlos Ramirez
López.
Heridos
resultaron los patrulleros Mauricio Velásquez Jiménez, Mauro Calderón
Arciniegas, John Moreno Blandón y Héctor Fabio Martínez Delgado, y los civiles
Líder Alfredo Arcos, de 30 años, agricultor de la región, y Ana Lucía Imbachí,
habitante de la zona, que fue remitida a un hospital de Pasto debido a la
gravedad de sus heridas.
Cuando una
patrulla de la policía se desplazaba hacia las 9:45 de la noche frente al
hospital El Rosario en un sector del barrio El Jardín de la población de Campoamor,
departamento de Huila, fue atacada con fusiles y pistolas desde el parque El
Arroz y la cancha de fútbol municipal por narco terroristas de la columna
“Teófilo Forero” de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC.
Los agentes Oscar López
Bocanegra, Jorge Leguizamón y Farid Arce Bonilla salieron de la patrulla para
tratar alcanzar el muro del hospital pero fueron acribillados desde el otro
lado. Sus cuerpos presentan impactos en el tórax y tiros de gracia en la cabeza.
El Intendente
Juan Carlos Ortiz Trujillo quedó agonizante dentro de la patrulla pero murió en
el hospital 30 minutos después del ataque.
Asesinados:
Agente OSCAR LOPEZ BOCANEGRA
Agente JORGE LEGUÍZAMO
Agente FARID ARCE BONILLA
Intendente CARLOS ORTIZ TRUJILLO.
Hacia las 3:00
de la mañana del 16 de diciembre de 2005, alrededor de 300 terroristas del
frente 47 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC y del
Ejército de Liberación Nacional - ELN atacaron con cilindros de gas con
explosivos, morteros y ametralladoras M-60 el puesto de Policía del
corregimiento San Marino del municipio de Bagadó, al sur del departamento de
Chocó y al cabo de cinco horas de combate habían dejado muertos a 8 agentes
entre ellos el Subintendente Mílver Vélez Amariles y los patrulleros Carlos
Pabón Romero, Pedro Felipe Guarín Guzmán, Wílmar Gallego Franco y John Fredy
Jaramillo.
Los terroristas
secuestraron durante tres días a los 29 agentes que se rindieron después de
agotarse la munición, pero tuvieron que abandonarlos en medio de la selva por
la presión ejercida por las tropas y la Fuerza Aérea.
En los combates
también resultaron heridos cuatro policías y cuatro civiles, miembros de una
misma familia –una pareja de adultos, una niña de 2 años y un adolescente–, que
eran atendidos en la Clínica de la Policía y otros centros hospitalarios de
Quibdó.
San Marino que es una población de 120 personas, está ubicado a tres
horas de Bagadó, en el sur de Chocó, en una zona boscosa a la que no hay acceso
por carretera. La vía más cercana es la que conduce de Quibdo al departamento
de Risaralda, y que ha estado cerrada hace más de un mes por derrumbes. El río
Bagadó tampoco es navegable en este trayecto por su baja corriente.
Asesinados:
Subintendente MÍLVER VÉLEZ AMARILES
Patrullero CARLOS PABÓN ROMERO
Patrullero PEDRO FELIPE GUARÍN GUZMÁN
Patrullero WÍLMAR GALLEGO FRANCO
Patrullero JOHN FREDY JARAMILLO
Fue secuestrado por las Farc en la toma que hizo este grupo armado a
Mitú, Vaupés, en noviembre del año 1998.
El ataque que comenzó a las 4:45 de la mañana del 1 de noviembre se
prolongó hasta las 4:30 de la tarde del día tres. Fueron 72 horas continuas en
las que 1.500 guerrilleros atacaron a la población civil y a los 120 policías
que en ese momento cuidaban la ciudad al mando del entonces Coronel Luis
Mendieta. Esta acción guerrillera dejó a 16 policías muertos y 61 secuestrados,
entre los que se encontraba Julián Ernesto Guevara Castro.
Pero la toma de la capital de Vaupés estaba planeada hacía meses, el
ataque denominado Operación Marquetalia comenzó en horas de la tarde del lunes
26 de octubre; cuando los jefes guerrilleros del bloque Oriental de las Farc,
fueron convocados a una reunión por Jorge Briceño Suárez, alias Mono Jojoy y
otros cabecillas para darles instrucciones acerca de la operación e indicarles
las acciones violentas en una maqueta que representaba la población de Mitú.
Después de varias reuniones y de un largo recorrido, los 1.500
guerrilleros llegaron en la madrugada a la ciudad. Los miembros del Comando de
Policía empezaron a disparar para evitar que los subversivos tuvieran el
dominio de la zona pero la diferencia numérica era notable. Durante
el gobierno del presidente Andrés Pastrana, después de varios diálogos de paz,
54 uniformados de los 61 que habían sido secuestrados en Mitú fueron liberados
en un intercambio humanitario en el 2001, en San Vicente del Caguán, durante la
llamada zona de distensión. En ese momento se creía que podía ser liberado el
mayor Guevara, pero la guerrilla nunca habló de tenerlo en cuenta para una
negociación.
En 2006 Colombia se enteró que dos policías habían muerto en cautiverio.
Uno de ellos era el entonces mayor Julián Ernesto Guevara, más tarde fue
honrado con el ascenso a Teniente Coronel.
Él murió en las selvas del Putumayo el 20 de enero de ese año por graves
problemas de salud, algunos subversivos desmovilizados y compañeros de
secuestro, posteriormente liberados, dijeron que fue por el paludismo, pero
todavía no hay una respuesta clara con respecto a las causas.
El segundo en fallecer fue el Intendente Luis Hernando Peña Bonilla,
quien fue fusilado por orden del Mono Jojoyy Martín Sombra hoy privado de la
libertad.
El 2 de julio del año 2008, con la operación Jaque, doña Emperatriz y
Ana María, hija del oficial, pudieron recibir de las manos de los policías y
soldados que estuvieron a su lado en la selva, los diarios que el mayor Guevara
escribía en las montañas.
Los cuadernos tienen en su interior frases y reflexiones sobre el
secuestro, la vida, la muerte, recetas de cocina, poemas y clases de inglés.
PERFIL DEL CORONEL GUEVARA
Julián Ernesto Guevara, nació el 4 de agosto de 1965. Hijo de doña
Emperatriz Castro de Guevara y Jorge Guevara Gómez en una familia de 9 hermanos
de los cuales actualmente sólo quedan 7.
Su padre trabajaba todos los días llevando carga y mercancía en mula y
doña Emperatriz se encargó de estar al tanto de los hijos. Siempre fue un
hombre inclinado por pertenecer a la Policía.
Cuando comandaba la estación de Policía del barrio Restrepo en la
capital del país en 1996, siendo ya capitán, fue trasladado a Mitú.
Meses después de su traslado fue secuestrado en la toma guerrillera
denominada Óperación Marquetalia..
En el año 2006, Guevara quien al momento de ser secuestrado tenía el
grado de mayor de la Policía Nacional, fue ascendido póstumamente a Teniente Coronel.
En la zona de mando de la Operación Colombia Verde, un grupo de las Farc
atacó la escolta de los erradicadores manuales que trabajan en el parque
natural de La Macarena.
De acuerdo con los informes oficiales, la emboscada ocurrió después del
mediodía en el sur de la serranía, cerca del río Guayabero, cuando la Policía
trasladaba a los campesinos a una zona que estaba lista para las labores de
erradicación de las matas. Los subversivos lanzaron cilindros y morteros contra
la caravana y les dispararon con ametralladoras y fusiles.
Los policías reaccionaron y durante más de dos horas se registraron
enfrentamientos.
Este no era el primer ataque que sufren los miembros de la Fuerza
Pública encargados de brindar protección a los erradicadores en la región.
Guerrilleros de las Farc atacaron a un grupo del Escuadrón Móvil de
Carabineros de la Policía que prestaba vigilancia a los campesinos contratados
para realizar la erradicación manual.
El ataque dejó como resultado seis policías muertos, entre ellos el
Capitán Rosendo Vigoya Umaña y el Teniente Fernando Andrés Aux Portilla,
También murieron los patrulleros Alexander Hinestrosa Castañeda, Cesar Augusto
Urrego Jiménez, Luis Alfredo Vidales Aya y Jaime Rodríguez.
Otros siete uniformados resultaron heridos, junto con Luis Jaime
Bermúdez, de 40 años, uno de los erradicadores. Todos ellos fueron trasladados
al hospital de San José del Guaviare.
Un guerrillero murió durante la reacción de la Policía, dijeron fuentes
del Gobierno.
De acuerdo con los informes oficiales, la emboscada ocurrió después del
mediodía en el sur de la serranía, cerca del río Guayabero, cuando la Policía
trasladaba a los campesinos a una zona que estaba lista para las labores de
erradicación de las matas. Los subversivos lanzaron cilindros y morteros contra
la caravana y les dispararon con ametralladoras y fusiles.
Los policías reaccionaron y durante más de dos horas se registraron
enfrentamientos.
A comienzos de 2006 el Grupo Antiterrorista de la Policía tenía
prácticamente localizado al ‘Mono Jojoy’. La operación la componían los mejores
hombres de campo y los más sobresalientes pilotos de helicópteros Black Hawk.
Sólo tenían que esperar la señal del capitán Guerrero, un intrépido y avezado
policía que había sido capaz de burlar las más estrictas medidas de seguridad
del ‘Mono Jojoy’ hasta ubicar su campamento sin ser descubierto. El 5 de
febrero entró en la zona con una fuente privilegiada que él tenía. Mientras
tanto, un equipo élite estaba atento a sus movimientos. “Pero entonces perdimos
contacto. No pudimos atacar. El capitán no apareció. A los dos días nos
preocupamos y empezamos a hacer averiguaciones con otras fuentes. Nadie nos dio
razón”, explico un compañero de Guerrero, triste testigo de lo que luego
ocurrió.
El comandante envió un avión de inteligencia para tratar de ubicar el
vehículo en el que Guerrero y su fuente se desplazaban. Después de 4 ó 5 horas
de sobrevuelo, divisaron el jeep en una carretera, abandonado. “Temimos lo
peor, algo no andaba bien”.
Esa zona a 40 kilómetros del sitio donde murió ‘Jojoy’ es la zona
histórica de las Farc, un lugar donde no hace mucha gracia andar sin
protección. A pesar del peligro, sus compañeros salieron a buscarlo en dos
helicópteros. “Aterrizamos y no encontramos rastro de él, sólo sangre en la
maleza y en el vehículo”. Hicieron más sobrevuelos, mandaron otros
colaboradores, hasta que alguien informó que habían llegado unos cuerpos a la
morgue de La Julia.
Guerrero, un santandereano de 29 años, había tenido la osadía de
infiltrarse en las estructuras del Bloque Oriental de las Farc. Había empezado
su tarea en 2003, apenas fue nombrado miembro del Grupo Antiterrorista, creado
para perseguir a los principales cabecillas de la guerrilla por iniciativa del
entonces director de la Dirección de Policía Judicial - Dijín, Brigadier General Óscar Naranjo.
“Yo era consciente del riesgo de su misión, pero él estaba preparado
para enfrentarlo. Él y sus compañeros sabían infiltrarse, sabían fabricar su
historia ficticia para montar la fachada, eran mis mejores hombres”, recuerda
el general.
Naranjo confiaba en él por su brillante hoja de vida. Se había graduado
con honores en la Escuela de Cadetes General Santander en 1996 y fue uno de los
seis uniformados que culminó el octavo Curso de Comandos en Operaciones
Especiales, al que habían ingresado 83 oficiales. Su trabajo operativo de casi
seis años en el Gaula le había merecido varios reconocimientos y medallas. Su
papá había sido agente de la Policía y su hermano menor era uno de los audaces
pilotos de los poderosos Black Hawk. Era el hombre perfecto para integrar este
grupo élite que empezaría a perseguir jefes guerrilleros, labor hasta ahora
delegada a las Fuerzas Militares.
Y era el trabajo ideal para él. Amaba el riesgo, le gustaba meterse en
el monte, hacer inteligencia, caracterizar personajes para buscar información y
ubicar a sus blancos. Por eso, cuando le dijeron que su objetivo era dar con
los “duros” del Bloque Sur y del Bloque Oriental de las Farc, aceptó feliz el encargo.
Comenzó a viajar al sur del país buscando un contacto que le permitiera llegar
a su objetivo. Al fin, a comienzos del 2004, reclutó a un informante que le
permitiría llegar a La Julia, Meta.
“Empezó a viajar mucho y yo le reclamaba porque me había dejado sola en
el embarazo”, dice Jenny Patricia Colmenares, la viuda del capitán. Mientras su
marido ejercía el trabajo más difícil de su vida, ella había tenido un embarazo
muy sufrido. “Tuve preeclampsia y mi hija nació prematura. Me tocó ser madre
canguro. Y a Juan Carlos también, pero de los dos meses que la cargué, él
escasamente pudo hacerlo unos minutos. Un día se quedó dormido y casi se cae
con la niña”.
Se nota que, años después de la muerte de su esposo, el dolor sigue
vivo, pero ya puede hablar sin estallar en llanto. Cuando Guerrero empezó su
labor de infiltración, la pareja apenas había cumplido un año de casada. “Yo
sabía que iba por un cabecilla de la guerrilla.
Mientras ella sufría, su esposo estaba penetrando con éxito las
principales estructuras del ‘Mono Jojoy’. Su primer acceso fue al frente 42,
que venía de replegarse de Cundinamarca por acción de la fuerza pública. Y lo
hizo haciéndose pasar como comerciante y amigo de aquel informante que había
logrado reclutar. En pocos meses ya era socio de alias ‘El Campesino’,
comandante de ese frente, en un local comercial en La Julia. Aquella
inspección, clavada en las montañas del Meta, era una zona de distensión. Los
guerrilleros patrullaban uniformados y armados a plena luz del día.
El capitán, apoyado en su don de gentes y su figura menuda, casi frágil
e inofensiva, empezó a recolectar información privilegiada y descubrió que
podía llegar al ‘Mono Jojoy’. Captó videos, fotografías y audios que le
permitieron a él y sus hombres seguirle de cerca los pasos. En 2005 ya sabían
todo de él. Lo que comía, a qué horas dormía, a qué le temía, cómo se movía. Su
trabajo fue perfecto. Cuando salía de la zona, se contactaba con sus jefes en
Villavicencio o en Acacías. Ya no podía entrar a las instalaciones de la
Policía en Bogotá. Parecía un guerrillero.
Cada mes, en su oficina de la Dijín, el general Naranjo recibía los
reportes del capitán a través de sus superiores. Era la operación en la que
tenían concentrados sus esfuerzos y sus esperanzas, por la que trasnochaban y
sufrían. Muy pocas personas la conocían y cada paso se calculaba con
milimétrica precisión.
Jenny no entendía tanta entrega y amor de su esposo por ese trabajo.
Sabía que él hacía todo eso para ubicar a ese gran cabecilla del que ella
ignoraba todo. “Él me calmaba prometiéndome que se desconectaría un mes para
estar con nosotras. A finales de 2005 sacó vacaciones, compró un carro y nos
fuimos para La Guajira del 2 al 20 de enero. Fueron los días más felices. Dos
semanas después pasó lo que tenía que pasar”.
Cuando el capitán se reportó con sus superiores, analizaron la
información que tenían entre manos y concluyeron que había llegado el momento.
Según sus cálculos, en la primera semana de febrero podrían dar en el blanco.
Pero algo falló. Sus compañeros aún no saben qué, pero suponen que algún
informante de los que la guerrilla infiltra entre los desmovilizados pudo haber
reconocido a Guerrero.
“Encontramos el cuerpo destrozado, con señales de tortura y tres tiros
de gracia. Estaba en un estado lamentable, fue objeto de toda clase de
vejámenes. Fue un golpe duro para nosotros. En este trabajo se crean unos lazos
muy fuertes. Éramos una familia”, dice un mayor que estudió con Guerrero en la
Escuela de Cadetes, que hizo con él el curso de comandos especiales y que tuvo
que rescatar sus restos mortales de ese santuario de la guerrilla.
Le rogué que me llamara, y lo hacía cada tercer día, pero yo me deprimía
mucho por la soledad.Peleábamos mucho. Juan Carlos me pedía paciencia, que lo
entendiera. Yo solo quería que estuviera conmigo y no se perdiera los mejores
momentos de su hija”.
Mientras tanto, Jenny intentaba mantener la calma esperando una llamada
de su esposo. “Se fue un lunes y pasó el martes y no me llamó, el miércoles
tampoco. Tuve una corazonada. Mi hija, que tenía 22 meses, se despertó esa
noche llorando y llamándolo. El viernes el general Naranjo me dio la noticia”.
“Me tiré al suelo a llorar, quería acabar con mi vida en ese instante.
Pensé en suicidarme, pero mi hija me hizo levantar y me pidió que no llorara.
Si no es por ella, yo habría cometido una locura. Mi primer sentimiento fue de
rabia. Quería ahorcar a Juan Carlos por entregarse así, odié a la Policía por
haberme arrebatado a mi esposo. Cuando mi hija me preguntaba por su papá, yo le
decía que estaba en el cielo, que Dios lo necesitaba para que le ayudara a
cuidar a la gente buena”.
El general Naranjo recuerda que recibió la propuesta del Grupo
Antiterrorismo de terminar la labor iniciada heroicamente por Juan Carlos. “No
podíamos declinar y a pesar de todos los riesgos, aprobé que el sargento que
había acompañado a Guerrero en la infiltración terminara la misión. Él tenía la
habilidad para hacerlo y convirtió esa operación en una causa de honor”.
Para todo el equipo se volvió una obsesión culminar la misión del
capitán Guerrero. El sargento, que no se había “quemado” en la operación en la
que murió su superior, se convirtió en un proveedor de la guerrilla, luego se
volvió miliciano y finalmente entró como hombre en armas en la guardia personal
de uno de los mandos medios que protegía a ‘Jojoy’. Fueron cuatro años de vivir
con la guerrilla, de ganarse la confianza de los comandantes.
Su trabajo fue tan riesgoso que tenía que hacerse el enfermo para sacar
la información. Logró estar en uno de los anillos cercanos al jefe guerrillero
y allí entabló una relación sentimental con una mujer allegada al campamento
madre de ‘Jojoy’. Fue ella la que, sin saberlo, dio la ubicación exacta del
subversivo. A las dos de la mañana del 22 de septiembre, la Policía y el
Ejército dieron en el blanco.
El mayor que lideró el rescate del cuerpo torturado del capitán Guerrero
fue uno de los primeros en llegar a La Escalera después del bombardeo. “Bajamos
a las 4:15 de la madrugada. Ubicamos el cuerpo de ‘Jojoy’ casi 24 horas
después, dos metros bajo tierra. Lo reconocimos de inmediato. Sentí alegría por
lograr ese blanco y porque lo habíamos hecho gracias al trabajo de Juan Carlos.
Era en su honor”.
Para Jenny fue un día extraño. Sentía “un fresco”, como las miles de víctimas de ‘Jojoy’, pero no entendía por qué los compañeros de su esposo la abrazaban y la felicitaban.
Después ató cabos y entendió. Había sido su esposo el artífice del golpe
más grande que el Estado le ha dado a las Farc en sus 46 años de existencia.
Se removieron muchos sentimientos. He vuelto a llorar. Fue inevitable
recordar los reproches que yo le hacía y entender que él logró tantas cosas
importantes. Ya le conté a mi hija que gracias a su papá la Policía pudo matar
a ese hombre malo y ella está muy orgullosa, es su héroe. Sé que mi esposo fue
muy feliz en la institución. Lo quieren mucho y dejó una inmensa huella. Sé que
la Policía fue su primer amor; yo fui el segundo”.
Narco terroristas
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC lanzaron hacia las
11:20 de la madrugada un violento ataque con fusiles y granadas seguido de otro
con cilindros de gas con explosivos contra una base de apoyo de la Policía a 30
minutos a pie, por trocha y a más de un kilómetro de la base central ubicada en
la vereda El Arenillo, en la Cordillera Central, intricada zona montañosa del
municipio de Palmira (Valle del Cauca), corregimiento de La Buitrera (500
habitantes), en límites con el municipio de Pradera y el departamento de
Tolima, que dejó completamente incinerados al Subintendente Jhon Sánchez
Candamil, 28 años y a los patrulleros Nilson Ayala Vidal, 23 años; Marco
Antonio Salas Torres, 25 años; Iván Cardozo Cartagena, 28 años; Franklin Tequia
Merchán, 23 años y Yeison Díaz Casilima, 21 años, al caer uno de los cilindros
explosivos sobre el techo de la edificación. Sus cadáveres quedaron de 60
centimetros siendo necesario utilizar las cartas dentales para su
identificación.
En el cruento
ataque resultaron heridos los agentes Milton Forero Mendoza, Mario Peñalosa
Wilches y José Ramírez Rodríguez.
Asesinados:
Subintendente JHON
SÁNCHEZ CANDAMIL, 28 años
Patrullero NILSON
AYALA VIDAL, 23 años
Patrullero MARCO
ANTONIO SALAS TORRES, 25 años
Patrullero IVÁN
CARDOZO CARTAGENA, 28 años
Patrullero FRANKLIN
TEQUIA MERCHÁN, 23 años
Patrullero YEISON
DÍAZ CASILIMA, 21 años
Heridos:
Agente MILTON
FORERO MENDOZA
Agente MARIO
PEÑALOSA WILCHES
Agente JOSÉ RAMÍREZ
RODRÍGUEZ
Un sicario llegó
hacia las 8:30 de la noche a la vivienda del comandante de la Estación de
Policía del municipio de Riosucio (Caldas), sargento José Libardo Villada
Monsalve, ubicada en el barrio Villa Mar de esa localidad y le disparó
repetidamente a quemarropa causándole heridas mortales en la cabeza, que le
produjeron la muerte cuando era trasladado a un hospital de la ciudad de
Manizales.
El sargento
Villada, quien tenía 24 felicitaciones por su excelente desempeño en la
institución policial, fue asesinado frente a su esposa, su hijo de 14 años y un
sacerdote de la población.
Asesinado:
Sargento JOSÉ
LIBARDO VILLADA MONSALVE, 37 años.
Cuando se dirigía
en su motocicleta a prestar su turno de Policía, hacia la 1:40 de la tarde, en el
Centro de Atención Inmediata (CAI), ubicado en El Pailón, en el puerto de
Buenaventura, fue asesinado a bala el agente José Luis Díaz Victoria, de 36
años, por narco terroristas del frente 30 de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia - FARC.
El agente Díaz
Victoria llevaba 15 años vinculado a la institución policial y fue trasladado
al puerto de Buenaventura hace 8 días.
Asesinado:
Agente JOSÉ LUIS
DÍAZ VICTORIA, 30 años
El mayor José Jairo Herrera
Bobadilla, comandante de la Policía en el municipio de Puerto Guzmán, Putumayo,
murió a consecuencia de la activación de un artefacto explosivo colocado por
narco terroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC, en
la vía por donde se desplazaba en un vehículo con dos agentes más, quienes
resultaron heridos, atendiendo un llamado de la ciudadanía por un presunto robo
de ganado.
El subintendente de la Policía Wilson
Reinosa Guzmán, quien hacía parte del segundo anillo de seguridad del personal
que participa en labores de erradicación de cultivos ilícitos en el parque
natural de La Macarena (Meta), murió cuando pisó una mina antipersona instalada
por narco terroristas del frente 7 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia - FARC.
El agente Reinosa alcanzó a ser
evacuado en helicóptero, pero murió en el camino por la gravedad de sus heridas.
Asesinado:
Subintendente WILSON REINOSA GUZMÁN
El subteniente Wilson Yesid Rincón y
los agentes de la Policia de Carreteras Orlando Casallas Casallas y Anibal
Gonzalez Forero, que coordinaban la "operacion retorno" en la via al
llano, fueron interceptados por integrantes de la cuadrilla 53 de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC, a 10 minutos de Guayabetal,
(Cundinamarca), en el sitio conocido como Monterredondo en el cruce a El
Calvario, bajados del vehículo en que se desplazaban, en estado de completa
indefensión, los arrodillaron contra el barranco y los asesinaron con un
impacto en la cabeza.
Asesinados:
Subteniente WILSON YESID RINCON
Agente ORLANDO CASALLAS CASALLAS
Agente ANIBAL GONZALEZ FORERO
En sorpresivo ataque con fusiles
automáticos y ametralladoras M-60, de narco terroristas de la columna
"Victor Saavedra" y del frente "Alirio Torres" de las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC, a la estación de Policía
del corregimiento de Ceylán, municipio de Bugalagrande (Valle del Cauca), fue
asesinado el patrullero Edward Andrés Silva Pacheco, de 21 años y herido
gravemente el patrullero Leonardo Muñoz Giraldo, de 22 años, quienes estaban
realizando una ronda en los alrededores de la estación policial.
Asesinado:
Patrullero ANDRÉS SILVA PACHECO, 21
años
Herido:
LEONARDO MUÑOZ GIRALDO, 22 años
Cuando los patrulleros José Luis Moreno Palacios y Aristídes Granja
Montaño de la Policía Comunitaria, realizaban un censo en el barrio La
Independencia del puerto de Buenaventura, fueron atacados a bala por la espalda,
por terroristas de las milicias urbanas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia - FARC hacia las 9:20 de la mañana en una fuenta de soda.
En el ataque, el agente Moreno Palacios, de 20 años, recibió dos tiros
en la cabeza que lo dejaron herido mortalmente, falleciendo luego en el
hospital local, mientras que el agente Granja Montaño, de 25 años, recibió tres
disparos localizados en el tórax, el cuello y el antebrazo izquierdo, siendo
remitido a una cínica de la ciudad de Cali, donde quedó con pronóstico
reservado.
Con este ataque, se completan en este año, seis policías asesinados por
terroristas de las FARC.
Asesinado:
Patrullero JOSÉ LUIS MORENO PALACIOS, 20 años
Herido:
Patrullero ARISTÍDES GRANJA MONTAÑO, 25 años
Narco terroristas del frente 29 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia - FARC, dentro del llamado "plan pistola", asesinaron al
Intendente de la Policía Emir Portilla e hirieron a un patrullero no
identificado, cuando se encontraban en inmediaciones de la estación de policía
del corregimiento de Puerto Remolino, municipio de Taminango, sobre la Vía
Panamericana, en límites con el departamento del Cauca.
Asesinado:
Intendente EMIR PORTILLA
Dos terroristas de las milicias urbanas del Frente 30 de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, asesinaron hacia las 5:15 de la
tarde a dos agentes de la Policía en el barrio Mojica, de la Comuna 15, en el
populoso sector al oriente de la ciudad de Cali conocido como Distrito de
Aguablanca , cuando atendían en un depósito de materiales ubicado sobre la Avenida
Ciudad de Cali, la llamada de un menor de 15 años que sirvió de señuelo para la
celada.
El Subintendente Oswaldo Palacios Bolaños, de 32 años y el Patrullero
Rodrigo Henao Castaño, 30 años, quienes estaban asignados al Centro de Atención
Inmediata - CAI del barrio Mójica, fueron asesinados con tiros de pistola en la
cabeza.
Este año en Cali han sido asesinados 16 agentes, adscritos a la Policía
Metropolitana.
Asesinados:
Subintendente OSWALDO PALACIOS BOLAÑOS, 32 años
Patrullero RODRIGO HENAO CASTAÑO, 30 años
Una patrulla de la Policía del Escuadrón Móvil de Carabineros que
prestaba seguridad a los 144 campesinos que realizan labores de erradicación de
cultivos ilícitos en la vereda Gaitania, entre los municipios de Florencia y La
Montañita del departamento de Caquetá, al sur de Colombia, fue atacada con 10
petardos después de caer en un campo minado por narco terroristas del Frente 15
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, resultando muertos
el Subteniente Héctor Mauricio Benjumea Méndez y el Patrullero Luis Fernando
Osorio Oloya y heridos los patrulleros Hector Valverde Quintero, Wilmer García
Gil y Reinaldo Avila Gordillo.
Asesinados:
Subteniente HÉCTOR MAURICIO BENJUMEA
Patrullero LUIS FERNANDO OSORIO
Patrullero HECTOR VALVERDE QUINTERO
Patrullero WILMER GARCÍA GIL
Patrullero REINALDO AVILA GORDILLO
Un escuadrón anti motines de la Policía fue atacado cuando intentaban
desalojar a mas de 350 indígenas de la etnia Paez, que se habían tomado por la
fuerza la hacienda La Emperatriz, ubicada en zona rural del municipio de Caloto,
al norte del departamento de Cauca, suroccidente de Colombia.
En el ataque, realizado por un grupo de cerca de 90 indígenas armados
con hondas y caucheras lanzadoras de canicas, maderos con alambre de puas y
"papas explosivas" a los agentes que solo utilizaban escudos y
bastones de mando, fue asesinado el patrullero Jorge Hernán Lenis Pacheco, de
23 años, quien sufrió una herida abierta en el tórax, causada al parecer por
una "papa explosiva" con metralla.
Hacia las 2:30 de la mañana más de 500 narcoterroristas fuertemente apertrechados, pertenecientes a los frentes 5, 18 y 58 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC, atacaron con cilindros de gas, rockets, granadas de 40 milímetros y ametralladoras, el recién instalado puesto de Policía del corregimiento de Tierradentro, en el municipio de Montelíbano, Córdoba, región controlada por las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC hasta hace poco tiempo, cuando entraron al proceso de desarme.
En el ataque, realizado desde casas vecinas de la población civil, fueron destruidas totalmente las instalaciones del puesto policial y varias edificaciones.

También murieron en el ataque Zenaida Álvarez Alemán, una madre de 24 años, quien se escondió debajo de la cama con sus dos pequeños niñas de 5 años y dos meses, al recibir un disparo de fusil en una pierna y por falta de atención médica murió desangrada, Elkin Padilla Díaz que recibió un tiro en el abdomen cuando se refugiaba en la sala de su casa, también murió desangrado en el puesto de salud y Julio Martínez, de 18 años, asesinado por un francotirador de las FARC al finalizar el ataque.
Asesinados:
Subintendente EDWIN MARTÍNEZ LARA
Patrullero ELBIN CUELLO MARZOLA
Patrullero LUIS DÍAZ
Patrullero HAROL ESPEJO ESCOBAR
Patrullero CARLOS GAVIRIA CASTRO
Patrullero JOSÉ RODRÍGUEZ
Patrullero MANUEL DAVID FIQUE SÁENZ
Patrullero JAIME RAMÍREZ SUAZA
Patrullero MANUEL RODRÍGUEZ
Patrullero ROSEMBERG GÓMEZ HOYOS
Patrullero NELSON JARAMILLO MIRANDA
Patrullero JOHN JIMÉNEZ VILLALOBOS
Patrullero JAIME PERALTA ORTIZ
Patrullero JOSÉ ROMÁN JIMÉNEZ
Patrullero FERNANDO VÁSQUEZ PAYARES
ZENAIDA ÁLVAREZ ALEMAN, 24 años
ELKIN PADILLA DÍAZ
JULIO MARTÍNEZ, 18 años
Patrullero ELBIN CUELLO MARZOLA
Patrullero LUIS DÍAZ
Patrullero HAROL ESPEJO ESCOBAR
Patrullero CARLOS GAVIRIA CASTRO
Patrullero JOSÉ RODRÍGUEZ
Patrullero MANUEL DAVID FIQUE SÁENZ
Patrullero JAIME RAMÍREZ SUAZA
Patrullero MANUEL RODRÍGUEZ
Patrullero ROSEMBERG GÓMEZ HOYOS
Patrullero NELSON JARAMILLO MIRANDA
Patrullero JOHN JIMÉNEZ VILLALOBOS
Patrullero JAIME PERALTA ORTIZ
Patrullero JOSÉ ROMÁN JIMÉNEZ
Patrullero FERNANDO VÁSQUEZ PAYARES
ZENAIDA ÁLVAREZ ALEMAN, 24 años
ELKIN PADILLA DÍAZ
JULIO MARTÍNEZ, 18 años
Cuando hacía labores de inteligencia
en los barrios Bajo Firme y Viento Libre, zona insular del puerto de
Buenaventura, (Valle del Cauca), fue herido mortalmente el agente de Policía
Mauricio Zuluaga Rodríguez, de 24 años, de varios disparos con arma de fuego
por milicianos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC.
Cuatro policías
murieron cuando retiraban una carga explosiva que había sido desactivada
después de encontrarla en una rejilla del acueducto de la emisora, en el centro
de la ciudad de Neiva, de la capital del departamento de Huila, cuando al
parecer fue activada con un segundo sistema de detonación a control remoto.
Todos tenían la
experiencia suficiente para desactivar una bomba. Sin embargo, las Farc se
inventaron un doble mecanismo para neutralizarlo y el artefacto les estalló en
la cara.
Todo ocurrió en
menos de seis horas el pasado sábado a las tres de la madrugada, luego de una
llamada que alertó a las autoridades sobre un artefacto dejado en el medidor
del acueducto al frente de la emisora "HJ Doble K", en el centro de
Neiva. En el mismo sitio donde el jueves anterior casi matan a la alcaldesa
Cielo González.
En el atentado,
atribuido a narco terroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia - FARC, fueron asesinados el capitán Carlos Alberto Cardona Estrada,
de 33 años, comandante de la Policía Judicial de Neiva, quien recientemente
había sido padre; el intendente Alexánder Peralta Collante, 34 años y padre de
dos niñas, un experto en explosivos, quien había perdido una mano en un
simulacro; el subintendente Robinson Londoño, 31 años y padre de una pequeña de
cinco años de edad y el agente Jairo Valdivia, de 37 años y cinco hijos y una
mujer de 60 años no identificada.
En el atentado
también resultaron heridos Carlos Alberto Godoy, que se desplazaba en una moto,
Marcela Martínez una joven de 19 años y Álvaro Rojas, quien intentó auxiliar a
los uniformados.
Una patrulla de la Policía que se desplazaba en un vehículo por la
vereda Aguablanca, en la vía que conduce de la cabecera municipal de Silvia a
la zona de Guambía, en el nororiente del departamento de Cauca, al sur
occidente de Colombia, fue emboscada con explosivos con esquirlas hacia las
6:20 de la tarde por narco terroristas del frente 6 de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia - FARC, resultando muertos el Subteniente Jorge
Guevara Vargas, de 21 años de edad y el Intendente Luis Carlos Andrade Ríos, de
35.
Heridos resultaron, la patrullera Adriana Rodríguez Zapata, que recibió
una herida profunda en el cuello con hematomas y trauma ocular severo, el
patrullero Diego Fernando Ospina Peñaloza, quien tuvo lesiones en la parte
auricular derecha y una fractura de mandíbula y el conductor del vehículo,
Agente Eduardo Solís.
Los heridos tuvieron que resistir durante mas de media hora el ataque
que los terroristas hacían con fusiles automáticos desde las montañas que
rodeaban el punto de la emboscada, mientras llegaban refuerzos del Ejército y
de la Policía.
Cuando una
patrulla de agentes de la Policía Nacional se desplazaba, hacia las 11:30 de la
mañana, en varias motocicletas desde el corregimiento de Barcelona hasta la
localidad de Pijao, Quindío, para cumplir labores de vigilancia fueron
emboscados por terroristas del frente 50 de las Fuerzas Armadas revolucionarias
de Colombia – FARC, resultando muertos el subteniente Javier Fernando Escobar
Amado, de 23 años de edad y el patrullero Eduar Geovany Gallego Henao, de 26
años.
Los dos
miembros de la Policía hacían parte de una patrulla integrada por ocho
uniformados que se movilizaban en motocicletas. Los policías fueron atacados en
una curva en el sector de La Mina, a unos cuatro kilómetros del área urbana de
Pijao.
El oficial
alcanzó a sacar una granada, ya estaba herido, parece que estalló cerca. Las
otras motos, por seguridad, viajan a unos 100 metros unas de otras. Los otros
tomaron posiciones y avanzaron y cuando llegaron vieron a los dos muertos.
Escobar,
oriundo de Bogotá, se desempeñaba como comandante de la estación de Policía de
Barcelona, corregimiento del municipio de Calarcá. Gallego, era procedente de
Ansermanuevo (Valle). Ambos llevaban un año y 10 meses en el Quindío, su primer
lugar de trabajo como miembros de la Institución.
Dos policías
murieron y tres más resultaron heridos al estallar una mina antipersona
instalada por guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia
(FARC) en una zona rural de La Montañita, departamento del Caquetá.
La explosión
tuvo lugar después de que la patrulla policial fuera atacada por las FARC, se
precisó que los guerrilleros lanzaron pequeños explosivos a los agentes.
Los agentes de
policía se encontraban en la zona participando en labores de eliminación de
cultivos ilegales utilizados para el procesamiento de drogas.
En la explosión
murieron el teniente de la Policía, Héctor Mauricio Benjumea, y el patrullero
Luis Fernando Osorio.
"El
sacrificio del teniente Méndez y el patrullero Olaya se suma al de muchos,
entre erradicadores civiles y uniformados, que han caído prestándole a la
patria invaluables servicios en favor de la paz y la lucha contra el
narcotráfico".
Narco
terroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC
emboscaron con explosivos y tiros de fusiles automáticos a una patrulla de la
Dirección Antinarcóticos de la Policía, que presta seguridad a los Grupos de
Erradicación Manual (GEM) de plantaciones de matas de coca, en una zona rural
de difícil acceso entre los municipios de Tarazá y Anorí, departamento de
Antioquia.
En el ataque
fueron asesinados el capitán Gustavo Ríos Alzate y el patrullero Carlos Augusto
Gutiérrez y heridos los patrulleros Robinson Urrego Gutiérrez, Johnny Richard
Ávila, José Giovany Pubiano, José Orlando Robles y Julio Carvajal Quiroga.
Las acciones
coordinadas por la Policía Antinarcóticos hacen parte de una operación que
busca acabar con 100 mil hectáreas de cultivos ilícitos en Colombia y que
comenzó por los departamentos de Córdoba, Santander, sur de Bolívar y Antioquia.
En la zona de
Tarazá, se pretende destruir cocales en un área de 9.000 hectáreas, más de
1.200 de las cuales ya han sido erradicadas, lo que ha generado una protesta
generalizada de la población campesina de la región que subsiste de esos
cultivos y que es presionada por las FARC.
Cuando una
patrulla de la Estación de Policía de Fortul, departamento de Arauca, se
dirigía en una patrulla y dos motocicletas hacia las 9:30 de la mañana hacia a
la morgue del cementerio a reconocer un cadáver, fue emboscada por narco
terroristas de la columna 'Domingo Laín' del Ejército de Liberación Nacional –
ELN, con explosivos instalados enterrados a lado y lado de la vía destapada que
comunica al cementerio y Fortul con la vereda Caño Rojo, activados a control
remoto.
Los policías
que quedaron heridos con la violenta explosión fueron rematados con tiros de
fusil. Las edades de los policías asesinados oscilaban entre 21 y 23 años.
En el atentado
terrorista resultaron muertos el subteniente Javier E Gómez, comandante de la
Estación de Fortul; los subintendentes Yesid Hernández y Luis Alberto Zambrano
y los patrulleros Andrés Jerónimo Calderón Martínez, Nelson Oswaldo García
Rozo, Darwin David Mogollón Bedoya, Wilson Fabián Rivera Cabezas y Francisco
Edimer Rivera Urrutia.
Herido de
gravedad en las piernas y el abdomen quedó el patrullero Wilber Parrado
Orjuela, de 22 años, quien falleció en la Clínica de la Policía en Bogotá,
después de ser intervenido quirúrgicamente en Arauca.
Cuando un grupo
de policías adscritos a la Sijin de la Policia Metropolitana de Cali y al EMCAR
MECAL, regresaba en un vehículo de la Institución, de participar en combates
contra narco guerrilleros del frente 42 Manuel Cepeda Vargas, de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC en zona del Alto Naya, en límites
entre los departamentos de Cauca y Valle del Cauca, en la vereda el Ceral, en
inmediaciones del corregimiento de Timba municipio de Buenos Aires hacia las
2:30 de la tarde, fueron emboscados con granadas, tatucos, y ráfagas de fusil,
en el cruento ataque resultaron muertos 7 policías y 2 heridos.
El personal
fallecido fueron: el teniente Daniel
Andrés Bejarano y los patrulleros Víctor Salamanca, Julián Ricardo Guzmán, 23
años; Luis Eduardo Betancourt, Jairo Mauricio Ferias Paredes, Andrés Montaño
Chinchilla, 24 años y Harold Augusto Murillo, así como Kira, una perra de raza
labrador entrenada como antiexplosivos. Heridos resultaron el subteniente Jhon
Jairo Villamil Murcia y el patrullero Jason Parra Álvarez.
Oriundo del
municipio de Rovira, quien falleció en una emboscada de las Farc en el Cauca,
cuando se dirigía con un grupo de hombres a detener un supuesto secuestro que
estaría realizando la guerrilla.
Hacia las 8:30
de la mañana cuando una patrulla de la policía de agentes de los grupos GAULA y
GOES se movilizaba en un camión por una vía del corregimiento de Coconuco ,
área rural del municipio de Puracé (Cauca), atendiendo una llamada de un
supuesto secuestro, fue emboscada con explosivos y ráfagas de fusil por narco
guerrilleros del frente 13 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -
FARC, resultando muertos en forma instantánea el capitán Carlos Andrés
Gutiérrez Ibáñez, Comandante del primer distrito de Policía de Popayán, en el
lugar de los hechos también perecieron el sargento Hernando Molina Ayala y el
subintendente, Elier Andrés Castillo Paz.
Así mismo,
otros nueve uniformados resultaron heridos y fueron llevados a Popayán.
El oficial
vivía con Lida Eugenia Rubio Patiño, con quien tenía dos hijos: Román Andrés
Gutiérrez Rubio, de 3 años, y Alison Andrea Gutiérrez Rubio, de dos años.
Lida Eugenia
Rubio, su esposa, dijo: “Era un hombre excelente en todo, adoraba a sus hijos,
eran la razón de su vida; le gustó la Policía porque sus compañeros de colegio
que salieron primero que él ingresaron a la escuela y le contaban cómo era
todo, y por eso, entró a la Policía”, sostuvo.
Igualmente, la
hermana menor, Carolina Gutiérrez, manifestó: “Él quería mucho a la Policía
desde muy pequeño, era el segundo de cuatro hermanos y la última vez que lo vi
fue hace un mes que estuvo aquí en Ibagué, y conoció a mi hijo”.
El capitán
Carlos Andrés Gutiérrez, fue ascendido al grado de ‘mayor’, luego de su muerte.
Una patrulla de la Policía que se movilizaba en dos motocicletas por la
vereda Balsamar, zona montañosa a 40 minutos de la parte urbana de Tulúa, Valle
del Cauca, en busca de un microbús escolar robado el pasado lunes en El
Picacho, zona rural de esa localidad, fue emboscada con tiros de fusil por
narco terroristas de la columna “Víctor Saavedra” de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia - FARC, resultando gravemente herido en la espalda
y en la pierna izquierda con lesión en la arteria femoral el Capitán Julián
Mauricio Villalba Gallardo, Comandante de la Unidad Básica de Policía Judicial
de Tulúa y también los patrulleros e investigadores Danny Willians Zapata, de
23 años, con seis meses en la Policía y Jhon Nilson Fonseca Ortiz, de 32, con
siete años en la Policía, quienes recibieron heridas en las piernas y el oído.
El
Capitán Villalba Gallardo, de 31 años y 11 años en la Policía murió en la noche
cuando recibía atención médica en la Clínica San Francisco de Tuluá.
Asesinado:
Capitán JULIÁN MAURICIO VILLALBA GALLARDO, 31 años
Heridos:
Patrullero DANNY WILLIANS ZAPATA, 23 años
Patrullero JHON NILSON FONSECA ORTIZ, 32 años
Narcoterroristas de la columna 'Jacobo Arenas' de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia - FARC emboscaron en el sitio conocido como
Santuario Dorita, hacia las 10 de la noche, con cilindros de gas con explosivos
y disparos de fusil a una patrulla de la policía de carreteras que realizaban
operativos de control sobre la carretera que conduce del municipio de Piendamó
al de Morales, en el departamento de Cauca, resultando muerta de dos tiros en
la cabeza y uno en el pecho la patrullera Leydi Yorladys Ospina Tejada, de 20
años y herido en un brazo el intendente Jhonier Armando Rivadeneira Bonilla.
Sobre las 4:30
de la tarde, en desarrollo de un puesto de control en la vía que de la cabecera
municipal de Suárez conduce a la vereda La Tulia, los uniformados adscritos a
la estación policial de Suárez, fueron atacados por terroristas de las FARC con
explosivos sembrados cerca a la vía y el lanzamiento de otros artefactos
conocidos como tatucos.
Al parecer las
primeras explosiones ocurrieron justo en momentos en que requisaban a los
comuneros nativos que igualmente fueron afectados por las explosiones.
Las víctimas
del ataque
En los hechos
perdieron la vida el patrullero Jorge Armando Bastos Padilla y el auxiliar de
Policía Víctor Dubán Mambuscay Toro.
El primero de
27 años y oriundo de Girardot, Cundinamarca, y el siguiente de tan solo 20 años
y natural de San Lorenzo, corregimiento de Bolívar, en límites con el
departamento de Nariño.
De los dos
civiles se conoció que hacían parte de la comunidad indígena del Cerro Tijeras.
El primero un alguacil de ese resguardo identificado como Germán Dagua Labio,
de 38 años, padre de 4 hijos y el otro un joven de 16 años, estudiante de
décimo grado quien respondía al nombre de Cleiman Andrés Zúñiga Morales.
El comandante
de la Policía de carreteras de Antioquia, mayor Félix Antonio Jaimes, murió
intentando garantizar la seguridad en una carretera cercana al municipio de
Yarumal (Antioquia), luego de que terroristas del frente 36 de las Farc
incineraran una tractomula, un camión y dos buses interdepartamentales de las
empresas Coonorte y Brasilia, y luego emprendieran la huida por la montaña,
dejando a su paso artefactos explosivos en la zona.
Jaimes ordenó
el cierre de la carretera y al emprender la persecución de los insurgentes resultó
gravemente herido con un explosivo. Fue remitido al Hospital san Juan de Dios
de Santa Rosa de Osos, y allí, minutos después, murió.
El oficial
había nacido en San José de Miranda (Santander) hace 40 años. Era casado y
padre de tres niños. Durante su servicio en la institución se desempeñó como
Comandante de Contraguerrilla en Sucre, Jefe de la Seccional de Inteligencia en
Vichada, Comandante del Grupo de Operaciones Especiales en Bogotá y durante los
últimos 4 años estuvo adscrito a la Dirección de Tránsito y Transporte
seccional Antioquia.
Él era
reconocido como un valioso miembro de la institución. Durante sus 18 años de
trayectoria policial se destacó. En su hoja de vida reposan 17 condecoraciones,
entre ellas la medalla al valor -Primera Clase- (Por tercera vez) y 75
felicitaciones.
La muerte del
capitán Juan Carlos Contreras Bohórquez ocurrió en el casco urbano de
Convención.
En una
persecución que realizaban contra algunos milicianos de las Farc en El
Catatumbo, fueron asesinados en Convención (Norte de Santander) el capitán Juan
Carlos Contreras Bohórquez, quién se desempeñaba como el comandante del
Escuadrón Móvil de Carabineros en Norte de Santander, y el subintendente José
Jaimes Galvis.
El hecho
ocurrió en una vivienda del barrio La Planta, de este municipio de la región
del Catatumbo, a donde ingresaron los uniformados para dar captura a los
presuntos subversivos, pero fueron atacados a tiros, causándole la muerte al
oficial y al subintendente.
"Ellos
estaban siguiendo a unos milicianos de las Farc, cuando se generó una
persecución que termina en una residencia. El capitán Contreras junto con un
señor subintendente entran de manera heroica a esa residencia a darles captura
a estos sujetos y se presenta un intercambio de disparos donde lamentablemente
el señor capitán y el subintendente son asesinados".
El capitán Juan Carlos Contreras Bohórquez,
de 31 años de edad, era natural de Bogotá y llevaba 13 años de servicio en la
institución, y en los últimos meses se desempeñaba como comandante del Escuadrón
Móvil de Carabineros de Norte de Santander. Dejó dos hijos de 5 y 3 años de
edad.
Por su parte, el subintendente José Vicente
Galvis Jaimes, de 36 años de edad, era natural de Durania (Norte de Santander),
y llevaba 14 años de servicio en la Policía. Actualmente se desempeñaba como
comandante de patrulla de vigilancia. Era padre de dos niñas de 11 y 4 años y
de un joven de 17 años.
El coronel
Edgar Yesid Duarte Valero fue secuestrado por las Farc el 14 de octubre de 1998
en el departamento de Caquetá, completando 13 años de secuestro, tras un falso
retén cuando se desplazaba rumbo a Florencia, partiendo de El Paujil y Doncello
(Caquetá), donde se reuniría con otros miembros del ejército. El coronel Edgar
Duarte llegó a ser uno de los militares de más alto rango en poder de la
guerrilla. Fue retenido cuando tenía el grado de Capitán y desde entonces se
han conocido dos pruebas de supervivencia. Duarte fue secuestrado junto al
teniente Elkin Hernández Rivas y un patrullero de la policía, con el fin de intercambiarlos
en un acuerdo humanitario con el Gobierno, a cambio de guerrilleros presos en
las cárceles del país. El coronel Duarte en el momento de su secuestro tenía 36
meses de casado con su esposa Susy Abitbol y una bebe que no vio crecer.
En junio del
2010 se conoció su última prueba de supervivencia. Detalles de la forma cómo
fueron encontrados los cuerpos de los cuatro uniformados asesinados por las
FARC dio el fiscal seccional de Florencia (Caquetá), Arturo Bolaños. Durante la audiencia de imputación de cargos contra Sandra Patricia
Velásquez, alias 'Rosalba', miembro de las FARC que se encontraba en la zona de
los hechos, el fiscal reveló detalles de lo que sucedió horas antes y en el
momento en que los guerrilleros decidieron fusilar a los cuatro secuestrados,
que permanecieron en la selva por más de una década.
“El
subintendente Ricardo Porras Estévez, al ingresar a la zona campamentaria,
manifiesta que está distribuida en 300 metros aproximadamente; en el centro del
campamento había cinco cambuches los cuales eran fáciles de identificar.
En uno de ellos
se encontraba el cuerpo sin vida del teniente coronel Édgar Yesid Duarte
Valero, quien se encontraba dentro del cambuche con las manos cruzadas y que
presentaba dos impactos de arma de fuego a corta distancia".
Indicó el
fiscal, al describir el momento que en que uno de los suboficiales llegó al
sitio exacto donde fueron fusilados los uniformados. El fiscal señaló además,
que "tres metros hacia el norte del campamento observa el intendente
Porras Estévez boca abajo el cuerpo sin vida del mayor Elkin Hernández, quien
al parecer intentó huir y recibió un impacto con arma de fuego en la espalda.
Cinco metros
hacia el occidente se encontraron dos cuerpos sin vida pertenecientes a los
señores sargento mayor José Libio Martínez y el intendente jefe Álvaro Moreno,
quienes se encontraban boca abajo y al parecer intentaron esconderse en una
mata de monte, pero fueron detectados por los guerrilleros que los custodiaban
y también presentaban impactos de arma en sus cuerpos". Bolaños reveló
detalles sobre los instantes previos al fusilamiento de los cuatro uniformados.
Dijo que la tropa llevaba 43 días patrullando la zona y que cuando estaba a
punto de salir de allí encontraron rastro de los guerrilleros (por lo menos de
60), por lo que decidieron perseguirlos.
En horas de la
mañana del 26 de noviembre los militares empezaron la toma del campamento de
las FARC, pero los guerrilleros huyeron. Según el fiscal, en el campamento
había cinco cambuches y su tamaño era de 300 metros cuadrados.
El primer
cuerpo que encontraron fue el del coronel Duarte. Seguido del mayor Elkin
Hernández. Los dos últimos hallados fueron los del intendente Álvaro Moreno y
el sargento José Libio Martínez.
Una cuadrilla
conjunta de narco terroristas de la compañía José Antonio Galán del Ejercito de
Liberación Nacional – ELN y del frente 4 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia - FARC atacó con cilindros de gas con explosivos, tatucos (morteros
artesanales) y ráfagas de fusil, hacia las 8:30 de la mañana, una patrulla del
Escuadrón Móvil de Carabineros (EMCAR) de la Policía, que se movilizaba por
la vereda Machuca, sector Puerto Calavera, en zona rural del municipio de
Segovia, departamento de Antioquia, iniciándose un combate que duró 40 minutos
y en el cual resultaron muertos el teniente Fredy Leonardo Blanco Puentes, 26
años y los patrulleros Yeison Uriel Bermeo Herrera, 23 años; Yeison Andrés Cruz
Soto, 26 años y Fabián Ricardo Morales Yate, 28 años, que se desplazaban para
apoyar un operativo que se realizaría en Segovia en horas de la tarde.
Heridos resultaron cuatro policías, el patrullero Juan David González
Bolaños, de 25 años, con una herida por esquirla en el ojo izquierdo; el
Intendente Cesar Ranulfo Asprilla Pedroza, de 43 años, una herida con arma de
fuego en región nasal y laceraciones, atendidos en el Hospital San Vicente de
Paul de Medellín; los patrulleros Johan Daniel Arroyave Ortiz, de 27 años y
Arley Ibáñez Aguilar de 23, presentan crisis de ansiedad y esquirlas en el
cuerpo, atendidos en la Clínica Regional de Envigado.
Asesinados
TE FREDY LEONARDO BLANCO PUENTES 26 años
PT. YEISON URIEL BERMEO HERRERA, 23 años
PT. YEISON ANDRÉS CRUZ SOTO, 26
años
PT. ABIÁN RICARDO MORALES YATE, 28 años
Heridos
IT. CESAR RANULFO ASPRILLA PEDROZA, 43 años
PT. JOHAN DANIEL ARROYAVE ORTIZ,
27 años
PT. ARLEY IBÁÑEZ AGUILAR, 23 años
PT. JUAN DAVID GONZÁLEZ BOLAÑOS,
25 años
Comandante de
la Policía de Carreteras del departamento de Antioquia en el noroeste de
Colombia, fue asesinado el 31 de julio 2012 por un comando guerrillero de las
FARC (modalidad francotirador). Flórez recibió un disparo en la cabeza cuando
su vehículo en el que viajaba con otros agentes, fue atacado cerca al municipio
de Valdivia.
El 31 de julio
de 2012 en momentos en que se desplazaba desde la ciudad de Medellín hacia el
municipio de Caucasia, al norte de Antioquia, fue seguido y posteriormente
emboscado por miembros de bandas criminales pertenecientes a los
"urabeños", en asocio con la guerrilla de las Farc Ep, cuando iba en
compañía de su conductor el patrullero Sigifredo Ospina, en una camioneta de
civil, perteneciente a la institución policial, para precisamente ir de
incognito, y luego de pasarle revista a su personal en cada uno de los puestos
de control de tránsito a lo largo de la vía, antes de llegar al municipio de
Caucasia, en el sitio palomas o "el 12", entre taraza y esa
población, fue emboscado desde lo alto de los cerros por los delincuentes antes
mencionados, quienes con ráfagas de ametralladora y pistolas nueve milímetros,
les dispararon indiscriminadamente y en repetidas ocasiones, al carro en el que
se movilizaba este experimentado oficial y su conductor.
El patrullero Sigfredo Ospina, según comentó posteriormente a su
familia, las últimas palabras que le expresó el coronel Cristian, fueron “nos
están disparando “ y trató de auto protegerse, y pese a que tenía puesto su
chaleco antibalas, por desgracia uno de los tiros se incrustó por la parte
posterior de su cráneo y salió por una de sus mejillas; el conductor como pudo
trató de evadir la emboscada y sacó el carro de la zona de peligro mediante
maniobras ligeras, y cuando miró al oficial Flórez hidalgo, ya estaba
inconsciente y en estado agónico; como pudo lo llevó hasta el primer centro
asistencial de Caucasia para que lo atendieran, pero las heridas fueron
mortales, había perdido mucha sangre y llegó prácticamente sin signos vitales.
al hombre de la buena suerte, se le esfumó la vida.
Falleció hacia
las 5:50 horas de ese fatídico 31 de julio de 2012. fue ultimado, al parecer,
porque había realizado operativos para contrarrestar el narcotráfico, la minería
ilegal, lo mismo que el contrabando en la zona; precisamente el día que fue
asesinado se desplazaba para Caucasia, porque al día siguiente tenía una
reunión con líderes campesinos y mineros de la zona, con el fin de tratar temas
relacionados con la problemática en ese sentido.
El 16 de julio
2015, Como Rosemberg Burbano Ramos fue identificada una de las víctimas que
falleció en el atentado terrorista contra el exministro del Interior y de
Justicia Fernando Londoño Hoyos, ocurrido en la calle 74 con avenida Caracas en
el norte de Bogotá.
Burbano, de 35
años de edad, se desempeñaba como integrante de la escolta del exministro y era
intendente de la Policía, institución a la que ingresó en octubre de 1995.
Durante su
permanencia estuvo en el área de Seguridad y Protección, Dirección Protección
de Servicios Especializados y Grupo de Protección a Personas, entre otros
cargos desempeñados, informó la Policía Nacional.
Oriundo de El
Tambo, Nariño, al intendente Burbano Ramos le fueron concedidas 47
condecoraciones y felicitaciones.
La institución
lamentó la muerte del uniformado y condenó el atentado terrorista perpetrado en
el norte de la capital de la República
Cuando
transcurrían las 9:48 de la noche del día viernes, en el perímetro urbano del
municipio Argelia, Cauca, falleció por la activación de un artefacto explosivo
ubicado por terroristas de las FARC al paso de unidades policiales, el
subteniente Jonathan Uribe Rodríguez.
El oficial
había nacido hace 27 años en Ibagué, Tolima, y llevaba 5 años en la Policía
Nacional. En este lamentable hecho resulto herido un patrullero de 20 años,
natural de Pasto, Nariño quien fue atendido en una clínica en la ciudad de Cali.
El subteniente
Uribe Rodríguez estuvo 3 años adelantando curso para oficial en la escuela de
oficiales General Francisco de Paula Santander, luego de su graduación es
destinado a trabajar en Popayán, Santander de Quilichao, Puerto Tejada y
Argelia.
Al Subteniente
Jonathan Uribe Rodríguez en su hoja de vida le reposan 36 felicitaciones, las
cuales fueron dadas por su liderazgo con la comunidad y por sus acciones
operativas y preventivas a favor de los habitantes del Cauca..
Una patrulla de
la Policía que se movilizaba en una camioneta hacia las 11 de la mañana por la
vía que comunica el municipio de Convención con las localidades de Teorama y
Ocaña, Norte de Santander, fue emboscada con explosivos en el sector conocido
como Llano Grande, por narco terroristas de la cuadrilla Ruiz Barí del frente
33 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - FARC, utilizando una
mina conocida como “sombrero chino”, artefacto de gran poder explosivo,
resultando muerto el señor teniente Rafael Robinson Rodríguez Calvache, de 28
años y herido grave con esquirlas un sargento que fue trasladado al Hospital
Emiro Quintero Cañizares, en Ocaña.
El señor
Teniente Rodriguez Calvache era el comandante de la estación de Policía de
Convención y había sido ascendido hace menos de un mes al grado de teniente.
Durante el
desarrollo de la “Operación Frontera” falleció en cumplimiento del deber, el
capitán Carlos Andrés González Buitrago, natural de Bogotá con 32 años de edad.
El señor
Capitán Carlos Andrés González Buitrago decidió hacer el curso para convertirse
en uno de ellos en 2005 y fue uno de los 30 elegidos, entre más de 700 hombres,
para conformar la Sección Jungla de Operaciones Especiales.
Poco más de un
año después de fallecer en una misión, su destacada labor lo hizo merecedor del
premio Corazón Verde, en la categoría Heroísmo, que rinde homenaje a los
mejores policías de Colombia.
El 3 de
septiembre de 2013 la Sección Jungla adelantaba la Operación República en
contra de los Urabeños en zona rural de San Francisco, a 30 minutos de Cúcuta.
Se pretendía capturar a Carlos Andrés Palencia González, alias Visaje y José
Gregorio Velásquez, alias Macario, dos de los jefes de esta banda criminal en
Norte de Santander. Según la Policía, el negocio de los Urabeños no solo era traficar
pasta de coca, sino cobrar a los herederos del narco conocido como el Pulpo una
especie de vacuna por el uso de las rutas para traficar droga a Venezuela.
La trayectoria
del mayor González era ejemplar. Ingresó a la Escuela de Cadetes de Policía
General Santander el 20 de enero de 2002, llevaba casi 12 años como miembro
activo de la Policía, y a sus 32 años ya se había destacado en la Metropolitana
de Bogotá, donde luchó contra la delincuencia común en las localidades de Usme
y Ciudad Bolívar. Posteriormente se vinculó a los comandos Jungla, donde logró
ser uno de los más respetados por su valentía y arrojo.
Prueba del
liderazgo fue su participación en importantes operaciones desarrolladas por la
Dirección de Antinarcóticos: La neutralización de Francisco José Morela Piñate,
alias Negro Sarley, segundo cabecilla de la banda criminal de los Urabeños, el
23 de abril de 2013. La captura de Walter Manuel Ramos Soto, alias Alex 15,
cabecilla de la banda criminal los Rastrojos el 20 de marzo de 2013. Además de
las capturas de Ovidio Isaza Gómez, alias Roque, hijo del jefe paramilitar
Ramón Isaza, el 28 de septiembre de 2012 y la de Germán Bustos Alarcón, alias
Puma, cabecilla de la banda los Paisas, el 25 de septiembre de 2012.
Así mismo, se
destacó en otras operaciones contra jefes de las bandas los Rastrojos, los
Paisas y los Urabeños, en el año 2011.
Por todo lo
anterior, el capitán Alexánder García Moreno, su amigo y compañero de misiones,
decidió postularlo al premio Heroísmo Corazón Verde, categoría en la que
finalmente resultó ganador. “Tengo el deber moral de postular a Carlos para la
categoría Heroísmo en los premios Corazón Verde, porque creo que es una persona
digna de este galardón por su vida y obra, en donde sacrificó hasta su
existencia terrenal en el cumplimiento de nuestro deber de salvaguardar y
defender nuestro país de todas las manifestaciones de maldad”.
Once
condecoraciones y 94 felicitaciones por su valor y actuaciones como policías,
recibieron el señor mayor y el patrullero torturados y asesinados por las Farc
en tumaco. El repudio crece en el país por un hecho calificado como un crimen
de guerra.
Sus muertes
violentas y crueles enlutan a las familias del mayor Germán Olinto Méndez Pabón
y el patrullero Edílmer Muñoz Ortiz. El primero, quien tenía 33 años, deja
esposa y tres hijos menores de edad huérfanos, mientras que Muñoz, de 28 años,
una niña de cinco años sin padre.
La madre del
mayor Méndez, María Trinidad Pabón de Méndez, aseguró que no veía a su hijo
desde 2012, cuando fue trasladado a Nariño. "Me dijo que iba a ir a una
zona muy apartada y me sentí contenta porque sabía que eso era lo que a él le
gustaba, ayudar a la gente más necesitada. Era un hombre muy amoroso, muy
humilde".
Sobre el crimen
manifestó que "actúan con una mentalidad de violencia, tal vez les faltó
amor y cariño en sus hogares y nunca han tenido valores, ni temor de
Dios".
El mayor Méndez Pabón llevaba
15 años en la institución y el patrullero Muñoz siete años.
Ambos trabajaban en la
Dirección de Carabineros en labor comunitaria, con población vulnerable
indígena y afrodescendiente para concertar la llegada de inversión social.
Compañeros del policial no
pudieron ocultar su tristeza al llegar a Tumaco y constatar que los cadáveres
con señales de tortura y disparos con arma de fuego pertenecían a los dos
uniformados, quienes fueron reportados como secuestrados el pasado sábado.
"Fueron secuestrados por
la columna Daniel Aldana cuando iban vestidos de civil, desarmados y asesinados
de forma vil", dijo el oficial.
Luego de tres días de búsqueda,
sus cadáveres fueron encontrados en un paraje rural de la vereda San Vicente.
Uno de ellos estaba degollado.
"En la zona dicen que los
amarraron a un árbol y los encontraron con heridas de arma cortopunzante en sus
cuerpos y rematados a tiros de fusil", relató un capitán de la Policía.
En un intento
por secuestrar al hijo del exalcalde de Girón derivó en una persecución y un
tiroteo en el que la patrullera de la Policía Nacional Erika Olivera Vega,de 21
años, ofrendó su vida.
Los hechos
tuvieron lugar en el municipio anexo a Bucaramanga, Santander, cuando a las
8:30 a.m. de este sábado, tres personas fuertemente armadas secuestraron un
joven de 22 años en el barrio Villa de los Caballeros.
La uniformada
fue alertada a través de una llamada al número del cuadrante. Al llegar al
barrio Meseta Alta, en la carrera 19 con calle 10B, junto con su compañero fue
interceptada por los delincuentes que empezaron a disparar.
Olivera Vega
resultó herida y fue trasladada a un centro asistencial. Sin embargo, los
galenos no pudieron salvarle la vida. El compañero de la patrullera se
encuentra bajo observación médica. De inmediato el
coronel Nelson Ramírez Suarez, comandante de la Policía Metropolitana de Bucaramanga,
ordenó la búsqueda y localización de los agresores mediante el plan candado,
apoyándose con el helicóptero de la Institución. Minutos después se logró
ubicar a los presuntos responsables en una zona boscosa del barrio donde
ocurrieron los hechos.
A los
aprehendidos se les incautaron dos pistolas y se les inmovilizó un automotor.
La Policía
comunicó que la patrullera Erika Olivera Vega, era natural del Guamo, Tolima,
era soltera y llevaba dos años en la institución.
La Policía
Nacional lamentó esta pérdida y envió sus condolencias a los familiares de esta
“heroína policial, quien ofrendó su vida por la seguridad de la comunidad”.
En la madrugada
del 22 de noviembre del 2014 los policías que custodiaban la reserva natural de
la Isla Gorgona en el Pacífico fueron sorprendidos por un grupo de terroristas
de las FARC, que desde dos lanchas los atacaron con fuego de artillería pesada.
EL Teniente
Jhon Álvaro Suárez Carvajal, era el comandante de la policía de la isla de
Gorgona en el Cauca, y desde hacía dos años hacía parte del escuadrón móvil de
carabineros.
El Teniente y
sus hombres intentaron repeler el ataque de granadas y tatucos que lanzaban los
guerrilleros de las Farc.
Las explosiones
acabaron con la vida del Teniente e hirieron a seis de sus hombres. Otros tres
patrulleros alcanzaron a escapar ilesos de las balas y los explosivos.
Según oficiales
de inteligencia militar, alias “Aldemar”, jefe del frente 29 de las Farc,
comisionó a su segundo hombre conocido como “Javier” o “Chugo” para que en compañía
de al menos otros 20 guerrilleros del frente 29, recorrieran 35 kilómetros en
dos lanchas desde la costa para atacar la estación de policía.
En el momento
del atentado, 4:00 de la tarde del sábado, el uniformado tolimense, quien era
el comandante de la estación de Policía de Ricaurte, Nariño llegó al municipio
luego de asistir a una reunión en Túquerres.
El Policía
estaba en la avenida Santander cuando se le acercaron de manera sigilosa y a un
metro de distancia le dispararon en la cara.
El joven de 24
años de edad, cayó malherido al piso, alcanzó a sacar su arma de dotación y
disparó en contra de uno de los terroristas del ELN, y lo hirió en una de sus
piernas.
Al escuchar los
disparos, el patrullero Stiven Pasichaná Pusil, reaccionó con el fusil de dotación,
pero fue asesinado de varios disparos en la cabeza y sus extremidades.
Los autores del
doble homicidio huyeron del pueblo y la Policía encontró en una alcantarilla a
un sujeto herido, quien fue capturado y llevado a un centro asistencial.
La Policía
atribuyó el hecho, al ELN, ya que en el lugar encontraron banderas y panfletos
alusivos a esa guerrilla, y las muertes obedecerían al denominado ‘Plan
Pistola’.
Tres
integrantes de la dirección de Tránsito y Transporte de la Policía fueron
asesinados, al parecer, por miembros de las FARC.
Los hechos se
registraron mientras los uniformados se movilizaban por la carretera que
conduce de Timbio a Popayán (Cauca), al recibir el impacto de los explosivos
que les fueron lanzados a su paso.
La guerrilla de
las Farc atacó a una patrulla de la Policía en el sitio Las Cruces, en
jurisdicción del municipio de Timbío, en el departamento del Cauca, hecho en el
que murió un agente de la institución y otros dos quedaron heridos, quienes
posteriormente también fallecieron.
Los uniformados
fallecidos fueron identificados como subintendente Fabio Morales Chiquito, de
Samaná, Caldas, quien llevaba 14 años de servisio en la Policía; el patrullero
Ferney Uni Anacona, y el patrullero Edwin Fernández Ortíz, quien llevaba 12
años en la institución. El caso se produjo a 17 kilómetros de Popayán. Los
heridos fueron trasladados de urgencia a un hospital de la capital caucana.
Previamente, otra célula guerrillera de las Farc atentó con explosivos
sobre la carretera Panamericana, lo que generó la interrupción del paso entre
las ciudades de Popayán y Pasto, según confirmaron fuentes oficiales.
Este ataque
terrorista se produjo en el sitio el estrecho, en jurisdicción del municipio de
El Patía, en el sur del departamento del Cauca.
Según el
reporte, los guerrilleros colocaron explosivos bajo una alcantarilla y
destruyeron un buen porcentaje de la capa asfáltica en la carretera
internacional.
De inmediato se
enviaron trabajadores para que, tras la inspección judicial, inicien trabajos
para restablecer provisionalmente el paso.
El señor
Coronel se desplazaba por una vereda en Córdoba, Nariño, cuando guerrilleros
detonaron un artefacto explosivo.
Se conoció que
los guerrilleros del frente 48 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) instalaron una carga explosiva en una carretera entre los
municipios de Córdoba e Ipiales, en el
departamento de Nariño y esta detonó al
paso de un vehículo policial donde viajaba el coronel Alfredo Ruiz Clavijo,
comandante del Primer Distrito de Policía en Ipiales, Nariño.
Luego de que la
carga detonó, el coronel resultó herido y habría sido ultimado por los
guerrilleros al igual que el señor el patrullero Juan David Marmolejo García y
un civil
El hecho se
atribuye al frente 48 de las FARC, que opera en la zona.
En un ataque
armado fueron asesinados el comandante de la estación de Policía de Baraya
(Huila), Subteniente Jorge Eliecer Alzate Patiño y el patrullero Óscar Córdoba
a manos de guerrilleros de las Farc.
El ataque se
presentó cuando el subteniente Alzate Patiño se movilizaba en una patrulla
oficial entre los municipios de Baraya y Tello (Huila), luego de entregar
documentación judicial en una fiscalía local.
De acuerdo con
la información preliminar, el vehículo oficial fue interceptado por dos hombres
fuertemente armados que dispararon contra la patrulla.
El patrullero
identificado como Óscar Iván Córdoba alcanzó a llegar con vida al hospital, sin
embargo, minutos después falleció por los impactos recibidos en la parte
superior del tórax.
El Departamento
de Policía Caquetá informa a la ciudadanía en general, que un valeroso hombre
adscrito a la Estación de Policía Solita perdió la vida y tres
más resultaron heridos tras ataque en el
parque principal de esta localidad.
El hecho se
presentó en horas la madrugada aproximadamente a las 02:30 de la mañana, cuando
los uniformados prestaban la seguridad a los ciudadanos que disfrutaban de un
concierto que se estaba llevando a cabo en el parque principal en el marco de
las fiestas de San Pedro en esta localidad, integrantes de las FARC vestidos de
civil extraen armas de fuego tipo pistolas y atacan en medio de la multitud a
los uniformados, cegándole la vida al señor auxiliar de Policía WILLER EZEQUIEL
JARAMILLO CIPRIAN y dejando gravemente heridos a los señores patrulleros YONATAN CALDERÓN CUBILLOS y WILSON ESNEIDER
CUELLAR CUELLAR, de igual manera al señor auxiliar de policía NICOLAS ESTEBAN
GIL RUIZ.
El Uniformado
WILLER EZEQUIEL de 20 años de edad, había ingresado a la Policía Nacional el 30
de junio del año 2014, a cumplir con su servicio militar obligatorio como
auxiliar de Policía, llevaba en la Institución 1 año y un mes de servicio,
estado civil soltero, natural del Departamento de Cundinamarca.
El 6 de julio
2015, Una patrulla del escuadrón móvil de carabineros de la Policía que se
dirigía desde la cabecera municipal de Zaragoza, Bajo Cauca antioqueño, hacia
el sector Escarralao, donde está ubicada la base de la patrulla fue atacada. En
el hecho, resultó muerto el patrullero Gustavo Adolfo Salgado Gil, de 28 años y
quien llevaba 16 meses en la institución.
A las 12:30 del
día, el dispositivo policial se movilizaba por zona rural del corregimiento El
Pato, cuando fue blanco de un hostigamiento con una ráfaga de fusil de la cual
el uniformado recibió un disparo en la cabeza. De inmediato, se iniciaron las
coordinaciones con la Fuerza Aérea y personal Antinarcóticos para trasladar a
Salgado Gil hacia Caucasia.
Sin embargo, el
patrullero, oriundo del municipio de Ansermanuevo -Valle del Cauca- y adscrito
a la unidad de Carabineros, murió en el sitio debido a la gravedad de la
lesión. Finalmente su cuerpo fue trasladado a Caucasia, donde la Unidad Básica
de Investigación Criminal realizó la inspección del cadáver.
De acuerdo con
las autoridades, aún no se ha podido establecer la autoría del ataque, pues en
esa zona delinquen el frente ‘Darío de Jesús Ramírez Castro’ del Eln y el ‘Clan
Úsuga’.
El 16 de julio
2015, Un patrullero de la Policía muerto y dos más heridos, deja una emboscada
de elementos al margen de la ley en zona rural del municipio de Tame en Arauca.
La acción de los irregulares, donde operan guerrilleros de las Farc y del ELN, se registró hacia el mediodía, cuando los uniformados se dirigían a verificar una información que fue denunciada a través de la línea 123.
La acción de los irregulares, donde operan guerrilleros de las Farc y del ELN, se registró hacia el mediodía, cuando los uniformados se dirigían a verificar una información que fue denunciada a través de la línea 123.
El hecho se
presentó a la altura del kilómetro ocho a escasos kilómetros de la cabecera
municipal de Tame, en la vía que de esta localidad conduce al sector de
Sácama - La Cabuya, vía nacional que
conduce a Casanare y Boyacá.
Los uniformados
pertenecientes a los Escuadros Móviles de Carabineros llegaron hasta la vereda
Mararabe, donde fueron recibidos con disparos, perdiendo la vida el patrullero
Nilson Javier Quintero Rivera, padre de dos menores de edad, quien llevaba en
la institución nueve años de servicio.
Los uniformados
heridos, de las que no se ha establecido la identidad, fueron trasladados hasta
la unidad de urgencias del Hospital San Antonio de Tame, donde reciben atención
médica.
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